La felicidad está a tu alcance
El hecho de que me gusten o no me gusten aspectos puntuales de la vida, no depende de la realidad que se presenta, depende de cómo yo arregle mi mente para asumirla. Debo decidir de antemano que me encanta la vida y estoy preparado para afrontarla. Es una decisión que debo tomar cada mañana al levantarme y comenzar la jornada. Al amanecer se presentan ante mí numerosas posibilidades: puedo pasarme el día en cama enumerando las dificultades que tengo con las partes de mi cuerpo que ya no funcionan, o puedo levantarme de la cama y agradecer todo lo bueno que tengo y las posibilidades de gozar que se irán presentando. Cada día es un regalo, y por ello al abrir mis ojos me centraré en el nuevo día y en las memorias felices que he guardado en mi mente. La vejez es como una cuenta bancaria. Uno va extrayendo lo que había depositado en ella. Procuremos depositar buenas cantidades de felicidad en la cuenta bancaria de los recuerdos agradables y positivos. Recuerda estas simples sencillas reglas para ser feliz: libera tu corazón de odio, limpia tu mente de preocupaciones, vive humildemente, da más y espera menos. Aprendamos la verdadera sabiduría de una persona feliz. Necesitamos entender que nada fuera de nosotros mismos puede proporcionarnos una felicidad completa. Nos pasamos esperando largo tiempo esta persona maravillosa que nos traerá raudales de dicha. Somos nosotros los que decidimos ser o no felices. ¿Has tomado ya esta importante decisión? Qué luminosa resulta la palabra de Dios a la hora de indicarnos el camino de la felicidad: “Haced todas las cosas sin murmuraciones ni discusiones, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin tacha en medio de una generación torcida y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo, sosteniendo firmemente la palabra de vida, a fin de que yo tenga motivo para gloriarme en el día de Cristo, ya que no habré corrido en vano ni habré trabajado en vano”. (Fil 2:14-16) Debemos intentar ser felices, dejando de lado quejas y lamentos. La vida es corta y, por ello, se hace preciso gritar bien fuerte: ¡Yo Soy Feliz! Asume los retos con mente positiva. No proyectes tristeza y pesimismo. Sonríe y muestra buena cara y verás el sol de una felicidad posible. Vamos, que la vida es una fiesta. ¿A dónde vas con esa cara triste? Deja de ser víctima. Muestra a todo el mundo tu dicha. Ama tu trabajo. Ilumina tu casa con palabras positivas. Mira siempre arriba sin dejar de apoyar tus pies en el suelo. No te aísles. Afronta la realidad. Márcate objetivos valiosos. Acaba lo que has empezado. Y recuerda sobre todo el sabio consejo de Paulo Coelho: “Todos los días Dios nos da un momento en que es posible cambiar todo lo que nos hace infelices. El instante mágico es el momento en que un sí o un no pueden cambiar toda nuestra existencia”.