MI POSICIÓN
La CIDH y su prejuicio
Nunca quienes nos juzgan son mejores que nosotros, decía el juez y dramaturgo italiano, Ugo Betti. Tal es el caso de la miope y prejuiciada Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (Haitianos), quienes juntos al mal llamado e inexistente gobierno de Haití, son los que hoy pretenden condenarnos y hasta desafiarnos juntos al Caricom, por el hecho de haber tomado como nación libre, soberana e independiente, una decisión migratoria por parte de nuestro superior Tribunal Constitucional que no deja de estar apegada a las leyes y a la Constitución de la República. La CIDH y su prejuicio contra la sentencia 168-13 viene acompañada entre otras cosas para encubrir sus faltas y sus errores mundanos, pues, al igual que el mal llamado gobierno haitiano solo pretenden ver la paja en el ojo ajeno y no la viga que llevan en sus ojos la cual no les permiten ver juntos a sus pares y protegidos emisarios haitianos, las grandes injusticias y atropellos que a diario allí se cometen por parte del improvisado gobierno haitiano ante la mirada de todo un mundo y por la cual nadie dice nada, incluida la CIDH. A lo que muchos dominicanos nos preguntamos. ¿Y por qué esto no se condena señores de la CIDH? ¿Cuál es su prejuicio contra el pueblo dominicano ante una legítima y soberana decisión de nuestro máximo Tribunal Constitucional? Son tantos los prejuicios emitidos por la CIDH y por el Caricom sin derecho alguno en contra del pueblo dominicano que habría que preguntarse y de hecho nos preguntamos. ¿Por qué se quiere golpear a quien en la práctica le da de comer, salud y techo a los haitianos? ¿Cuándo es que la cancillería haitiana, sus embajadores y el Caricom irán a quejarse a la CIDH sobre todos los atropellos, miseria y abusos que padecen los haitianos en su propio país? Muy diferente ante los ojos del mundo y ante Dios, es lo que esos mismos haitianos reciben en suelo dominicano. Señores de la CIDH, es absolutamente imposible encarar problema humano alguno con una mente llena de prejuicios. La patria dominicana tiene derecho a que nuestra alma, nuestros talentos y nuestra razón le consagren sus mejores y más nobles facultades como nación. No nos empujen a lo peor, ¡Basta ya de prejuicios!