FIGURAS DE ESTE MUNDO

Al abrigo del Altísimo

El salmo 91 tiene un solo tema: la protección de todos los peligros (incluidos los fenómenos naturales). “El que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente”. La habitación de Dios, el lugar de su presencia, de sus alas protectoras, es el abrigo en este verso; y quien habita en semejante morada es quien puede cantar el salmo. Toda la literatura bíblica ñhistórica, didáctica o poéticañ revela que el goce de un privilegio divino descansa en cumplir condiciones: recibe el que pide, se le abre al que llama, halla el que busca. Asimismo quien está protegido contra el peligro es el que busca refugio en Dios, esto es, “el que habita al abrigo del Altísimo”. Es el hombre o mujer que, confiado, se cubre bajo las alas de Creador, al cobijo de Aquel que está en la cumbre más alta. ¿Quién está “en las alturas”? Dios. Él tiene la suprema autoridad. De modo que nuestra relación con Él es el secreto de nuestra protección contra todos los peligros. La persona que canta este salmo está viviendo al abrigo de Dios; hace sus peticiones a Él y está sometido a su voluntad. ¿Qué dice el salmista acerca de tal hombre o mujer? Dice: “Morará bajo la sombra del Omnipotente”. En otras palabras, el que habita al abrigo del Supremo Hacedor está protegido con todo el poder y con toda la fortaleza. No sorprende que Pablo escribiera: “Si Dios es con nosotros, ¿quién contra nosotros?”. Es cierto que este salmo contiene motivos de terror, leones enfurecidos, serpientes y dragones, peste y cosas hechas de tinieblas espantosas y terribles. Pero también pregona la consoladora promesa de que al abrigo del Altísimo, morando bajo la sombra del Omnipotente, el alma está siempre a salvo.

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