Opinión

PENSANDO...

El “Che”

Nació en el seno de una familia argentina de clase media y en 1953 obtuvo en B. Aires el título de doctor en medicina. Poco después partió en un peregrinaje revolucionario que le llevo a Bolivia, Perú, México y finalmente a Guatemala. En ese pequeño país centroamericano Guevara fue testigo de los esfuerzos que llevaba a cabo el gobierno nacionalista de Jacobo Arbenz, para liberar al país del dominio de las empresas frutícolas norteamericanas. La CIA organizó el golpe que acabaría con esa experiencia, por lo cual “El Che”, que apoyó el gobierno de Arbenz, tuvo que huir a México. De ahí su consigna de combatir el imperialismo en cualquier lugar de América. En México, el joven médico entró en contacto con el grupo de revolucionarios cubanos dirigido por Fidel Castro. Durante la guerra de guerrillas en la Sierra Maestra, “El Che” se convirtió en uno de los principales jefes militares de los rebeldes. El triunfo de la revolución lo llevó a ocupar responsabilidades gubernamentales, entre ellas, Ministro de Industria. Participó en la reforma agraria intentando dotar a Cuba de un aparato industrial. Desilusionado de los soviéticos, principal apoyo de Castro, renunció a todos sus cargos y desapareció de la escena cubana en 1965. El 09 de octubre de 1967, tras un combate entre tropas gubernamentales y fuerzas guerrilleras en un selvático paraje boliviano, cerca de Higueras, Ernesto “Che” Guevara fue capturado y asesinado, en una pequeña escuela. El cadáver fue incinerado y la urna funeraria enterrada en el más absoluto secreto. Se conserva su diario en el que constan los avatares de su lucha en Bolivia. Con “El Che” se fue el espíritu de un hombre de ideales, de valor intrínseco, de dignidad y la más alta expresión de nacionalismo latinoamericano. En él tenemos la máxima expresión de lucha y de un desprendimiento en pro de las mejores causas a favor de los desposeídos; en contraposición con los líderes de hoy que entregan el patrimonio de sus naciones en detrimento de las mejores condiciones de vida de la gran mayoría de sus pueblos. Ofertan discursos cargados de engaños y promesas, sacrificando el valor más alto y sublime de los ciudadanos, su dignidad, y con ella, su nacionalismo.

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