SONDEO
La JCE y el “ruido”
Hacer una imagen, rescatar el crédito perdido y ganarse la confianza de los sectores más sensatos de la sociedad generalmente necesita mucho tiempo y precisa de grandes recursos y esfuerzos. Partiendo casi de cero ño del sueloñ, la actual Junta Central Electoral ha sido pionera y ejemplo de avance institucional y de recomposición de su imagen en tiempo récord. Justo es reconocerle los méritos debidos al equipo que dirige la JCE, al igual que al liderazgo político que, con todo y sus vicios, han hecho su parte para que los resultados fueran los que el país conocía, por lo menos hasta hace unos días. ¿Por qué tirar por el suelo o echar a perder algo que ñun gran privilegioñ ya teníamos como cosa resuelta, como la confianza y credibilidad en la JCE y sus autoridades, sinónimos de garantía de un proceso limpio y de tranquilidad para el pueblo? ¿A quién, de modo irresponsable y ajeno al valor de la tranquilidad institucional y la paz de la nación, se le ocurrió que había que cambiar las cosas y empujar al descrédito las conquistas alcanzadas? Así se hará otra cosa, pero no se hace patria ni se hace la mejor política para ganar unas elecciones. El ruido, que comenzó con la renuncia de un director de la JCE tras diferencias con otro que le hacía la contra, y que debió contar con apoyo para manejarse como se conoce, ha sido más que innecesario y causante de daños incalculables al crédito bien ganado del organismo y hasta a la armonía y coincidencia ejemplar de los integrantes, que daban la sensación de un solo cuerpo, al margen de intereses personales o colores partidarios. Más que adentro, el problema debe estar o provenir de afuera. Adentro, por vía de ningún miembro del equipo de jueces que se veían armónicos y afines en términos personales y de trabajo, no debió darse cabida a provocaciones o embestidas producto de intereses y estrategias de campaña de un determinado sector político, que, por cierto y por experiencias de un pasado en el que tuvo control de la JCE, no sería el más indicado para criticar o hacer reclamos necios y desbordados. Como credibilidad y confianza es lo que importa -y al llegar las cosas a donde han llegado, el doctor Rosario y el Pleno deben cortar por lo sano y acabar de un plumazo con un ruido que podría perturbar a futuro, al contarse los votos y algunos números no cuadren. ¡No dar pie a excusas!