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FIGURAS DE ESTE MUNDO

Freud y la violencia

¿Quién no conoce la obra genial del médico austríaco Sigmund Freud? Todas las ciencias del espíritu son deudoras de su teoría psicológica. Los conceptos de libido, las ideas sobre el complejo de Edipo y los orígenes de la agresividad han desenterrado luces de la oscuridad e iluminado, sin falso pudor, el misterio de nuestra personalidad. Pese a no ser aceptadas enteramente, las ideas de Freud son confirmadas por sucesos acaecidos a lo largo del siglo veinte y en estos primeros años del veintiuno, especialmente la teoría del inconsciente y sus instintos. Las guerras sucesivas, la violencia, los homicidios, los feminicidios, la drogadicción, el alcoholismo, el tabaquismoÖ han hecho volver la vieja hipótesis de que el hombre posee por naturaleza, así como por condicionamiento cultural, un instinto de violencia y autodestrucción. En ese sentido, las fuerzas instintivas del “inconsciente” de Freud sugieren cierta analogía con las tendencias pecaminosas señaladas por Cristo. Con diecinueve siglos de anticipación, el Hijo de Dios dijo: “De dentro del corazón de los hombres salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen y contaminan al hombre”. La educación, la moral, los valores, la meditación, las terapias mentales. no son suficientes para transformar el corazón humano. El hombre seguirá su camino de agresión y muerte mientras viva de espaldas a Dios. Porque necesita un cambio interior, no una reforma exterior simplemente. Solo la reconciliación con el Omnipotente, a través de su Hijo Jesucristo, asegura un nuevo andar en el sendero del bien y la auténtica esperanza, una victoria del espíritu sobre las pasiones carnales. Por eso, el rey David invocó, arrepentido, el auxilio del Altísimo para recibir su gracia purificadora. Le suplicó: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”.

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