Opinión

La gran diferencia entre Danilo e Hipólito

Efraín A. Guerra CarbucciaSanto Domingo

La rutina es el hábito derenunciar a pensar. Hoy el gran mal que nos aqueja como sociedad es nuestra pobreza intelectual, inteligentemente algunos de la clase política nos han sumergido en las aguas oscuras de la politiquería. La Política, que debería ser una profesión noble, distinguida, ha sido trasvestida por politiqueros de profesión, quienes han amañado astutamente la sapiencia ciudadana, mediante el poder mediático, con mentiras y tramas truculentas, exhibidas hasta la saciedad, llegando al extremo de la perversión, tanto que hoy divagamos en la ignorancia, siendo manipulados al antojo y deseos de estos susodichos politiqueros. Para poder entender un poco más lo de la pobreza intelectual, que se une en muchos de nosotros con nuestra pobreza material, debemos intentar establecer la diferencia entre un político profesional y un politiquero de profesión. El político profesional vive de la realización de cumplir con el deber de servir, no de ser servido, usa toda su capacidad intelectual para crear planes útiles para la sociedad,va tras las estrategias y los proyectos que redunden en el bienestar socioeconómico de los que sirve y hace política cuando alcanza estos objetivos. En cambio, el politiquero, usa la política para servirse, no se considera estar al servicio de... Pone todas sus fuerzas en buscar errores, para defenderse, cuando especula para su interés propio y es descubierto, exige cambios sin explicar por qué y para qué. Para el politiquero lo más importante es hacerse del poder, sin importarle manipular, corromper, sobornar, prevaricar, aplastar, denostar, denigrar, mentir, sembrar la ignorancia mediante la demagogia y ofrecer lo que no hay. En el curso de la historia, el politiquero siempre ha usado el mismo discurso: “Acabaremos con la corrupción”, “esta sociedad tiene que cambiar”, “nosotros haremos justicia”, “los pobres han sido marginados”, “acabaremos con el hambre del pueblo”, “Los pobres no pueden esperar”, “Justicia para todos ya que nadie está por sobre la Ley, ni el Presidente de la República”, “No habrán más cesantes, ya que crearé cientos de miles de empleos cada año”, “Educación, Salud y Viviendas Dignas para todos”, “No habrá alza de impuestos”, o que “tan pronto seamos presidente, bajaremos la gasolina”, hay muchos y muchos argumentos más. Lo triste es que quieran sumirnos a todos en la pobreza intelectual. Sin darnos cuenta, nos quieren “lavar el cerebro”, nosotros nos avocamos desinhibida y arduamente en las tareas que nos permitan alcanzar nuestras metas, y entonces los politiqueros usan cualquier medio posible para que no se identifique al político a fin de mimetizarse y lograr sus objetivos, y su mejor argumento descansa en que les demos a ellos el chance de decidir por nosotros, creando una dependencia, mostrándonos nuestras limitaciones, haciendo ver la política como una necesaria maraña de leyes, a la cual solo tienen acceso los de “mayor capacidad”. Fácil ¿verdad? Hagamos un alto y dediquemos un momento al pensar, si lo hacemos descubriremos quién es verdadero político y quién el politiquero. El autor es Ministro Consejero de laEmbajada de la República Dominicana enla República Oriental del Uruguay.

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