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REFLEXIÓN DEL ALMA

Los libelos de conciencia

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Leonor Porcella De BreaSanto Domingo

La democracia es el pasaporte de la libertad, consecuentemente, después de haber sufrido una de las más férreas dictaduras de Latinoamérica, se nos hace imposible justificar la fiesta de inventivas dañinas a la nación dominicana. La improvisación en la política y fuera de ella, denigra los pocos conceptos que nos quedan, a través de fuertes indicadores donde se confunde la libertad que disfrutamos, con sonados insultos de funcionarios públicos y privados, acusadores vehementes, quienes de algún modo dañan personas sin ser formalmente juzgadas. ¡Pasiones desbordadas a destiempo! Y las buenas obras quedan expuestas a un afán desmedido de enarbolar críticas negativas a todo lo estructurado por nuestras autoridades. Lo repito, porque es vergonzoso y decepcionante que el mundo crea que somos un país de inconformes, desprestigiándonos, sobre todo a través del caos generalizado que se desborda por el narcotráfico, peligrando por encima de todo la vida humana, con los asesinatos brutales, ocasionados por la ambición desmedida que produce la pérdida de valores que resalta en todo momento en nuestra tierra. Contradiciendo los libelos de conciencia que piensan que República Dominicana es un Narco-Estado, considero que el Gobierno, a pesar de innumerables fallas, luce interesado en combatir el narcotráfico; por eso, los personeros del más buscado en años, como lo es Figueroa Agosto, están presos siendo juzgados, igualmente los presuntos sicarios de varios de los últimos asesinatos en el país, y demás asesinos, se encuentran a disposición de la justicia, los prófugos siguen siendo buscados. Al acusar hay que asegurar no hacerlo por razones personales, las acusaciones deben efectuarse en absoluto estado de conciencia justiciera, con la finalidad de corregir los errores de implicaciones de gran número de dominicanos equivocados, pero de ningún modo para degradar a los oponentes de sus causas y conceptos. En medio de una guerra de ideas encontradas tiene que emerger la verdad, las buenas obras son una realidad visible para todos los sectores de la nación, aunque exista la triste pobreza extrema, el gran desastre de la energía eléctrica y el batallar de urgencias desesperantes para la ciudadanía. Esto y mucho más es innegable; sin embargo, todos somos dominicanos, no hay por qué desmerecer a quienes actúan bien, por rivalidades políticas o privadas, insisto en esto, porque es terrible ver cómo se corre detrás de posibles implicados de diversidades y se destrozan sin control, sin piedad para sus conciudadanos. No es verdad. La democracia no es para desmanes endémicos y desafueros provocadores, quedan muy mal los acusadores despiadados, no por la acusación en sí de ser cierta, sino por el tono que se usa para acusar, mostrando falta de compasión ciudadana, y en ocasiones, de educación. Hasta para castigar al imputado hay que reorientarlo hacia el bien. Son seres humanos equivocados, no todos necesariamente malvados, a quienes no se les puede apedrear el alma; ni humillar más de lo que ellos se humillan delinquiendo, porque nadie conoce sus sufrimientos, sus miedos a la vida, a la inestabilidad por su falta de principios y capacidad de subsistencia, sumando lacras que los lanzan al ruedo de la maldad. Hace años escribí: “Quiero ver el sol de mi tierra en la oscuridad”; ahora quiero ver una luz inmensa que ilumine nuestra tierra, pero luz que emane del alma, luz del corazón, de la bondad de los dominicanos. Deseos, no solo por la alegría de bonanza soñada, que algún día llegará a través de honesta laboriosidad, pero con limpieza de conciencia y voluntad de todos, para ver la luz que irradia el sacrificio cuando se lucha por un ideal. Es alcanzable dominicanos, luchemos por nuestra nación.

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