PANCARTA
Vacas sagradas y cuentos sagrados
No se puede tapar el sol con un dedo ni pretender que con abrir la boca desde el Palacio la gente ha de creer cualquier ocurrencia o cuento considerado sagrado detrás de las cortinas. En el culebrón Figueroa Agosto-Sobeida Félix, el gobierno apuesta a darle largas a la telenovela. El presidente Fernández afi rmó que en su gobierno no habrá “vacas sagradas” o intocables, como buscando enviar una señal de respeto por la opinión pública, así como de tolerancia cero al narcotráfi co. La gente sabe que efectivamente hay vacas sagradas, intocables. Y que también existen cuentos sagrados para limpiar la imagen de los funcionarios del gobierno. La dinámica de la vida evidencia qué es lo que se quiere ocultar bajo el manto de la noche o de las ofensivas mediáticas. Un ejemplo es la reciente admisión de que un grupo policial estaba envuelto hasta la coronilla en una red de venta, lavado y tumbe (los tres golpes) con las drogas. Otros cuentos sagrados son llevados y traídos como en voladoras o motoconchos. Entre estos fi gura el derecho a la protesta y a la libertad de tránsito con frecuencia vinculados. ¿No es un exceso de poder reprimir una protesta precisamente contra los abusos policiales? Ese cuento sagrado de las libertades públicas y del Estado de Derecho luce que tiene sus días contados. La convergencia de graves problemas sociales, como el incremento de los combustibles y el aumento de precios múltiples productos, así como la incapacidad gubernamental para resolver servicios tan elementales como el de la energía eléctrica, presagian un nuevo escenario en el país. Ya veremos qué siluetas asumen las vacas sagradas y los cuentos sagrados.