Opinión

Narcisazo: ¿asesinato o suicidio?

Neftalí De JS. González DíazSanto Domingo

Son muchas y variadas las opiniones que se han vertido con relación a la desaparición del profesor universitario Dr. Narciso González Medina (Narcisazo), quien fuera visto por última vez el 26 de mayo de 1994. Como abogado criminalista, ahora Secretario de Finanzas del Colegio de Abogados de la República Dominicana, quiero emitir mi parecer, comenzando con el conocido cineasta Jimmy Sierra. La mayoría de las personas coincide con que se trató de un asesinato perpetrado por acólitos del entonces Presidente de la República, Dr. Joaquín Balaguer, por los pronunciamientos hechos por el catedrático en ocasión de los resultados de las elecciones generales del 16 de mayo del 1994, donde éste señalaba que dichos comicios fueron viciados por un fraude colosal en contra de la voluntad popular y de las aspiraciones presidenciales del candidato del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), Dr. José Francisco Peña Gómez. Pero hasta hoy sólo una persona ha formulado una posición diferente a la planteada por todos. Nos referimos al destacado y brillante periodista, Lic. Oscar López Reyes, quien recientemente publicó la magnífica obra titulada “Crímenes contra la Prensa. Atentados y censuras en República Dominicana (1844-2007)”, donde plantea la hipótesis, lógica y bien sustentada, de que la desaparición de Narcisazo pudo haber sido un suicidio. En las páginas 590 a la 599 de la referida obra, Oscar López Reyes nos presenta una serie de hechos y datos, reales y comprobables, en los que fundamenta su hipótesis, resaltando, de manera especial, los problemas de salud de Narciso González, su precaria situación económica, sus problemas familiares y su frustración política, esto último matizado por una pública, férrea, tenaz y abierta oposición al Dr. Joaquín Balaguer. En un artículo publicado en el matutino Listín Diario, de fecha 23 de Junio del 2010, Jimmy Sierra trata de encubrir las probadas desavenencias y diferencias que existían entre el profesor Narciso González y su esposa, Luz Altagracia Ramírez (Tati), quienes vivían separados, aunque en el mismo techo. Cabe destacar, a modo de ilustración, que ante el reconocido suicidio del extinto presidente Antonio Guzmán Fernández se tejieron una serie de conjeturas, tratando de que se considerara como un magnicidio la muerte de dicho mandatario, quizá por las escasas razones que pudo tener para tomar y adoptar la decisión de quitarse la vida. Eso no ocurriÚ, porque la tragedia fue a la vista de muchos. En el artículo de referencia, Jimmy Sierra se circunscribe, por un lado, a resaltar los dotes humanos y familiares de doña Tati, quien nunca ha sido objeto de señalamiento alguno respecto a la desaparición de su esposo, mientras que por otro lado hace señalamientos ambiguos, sin refutar la teoría del periodista. En estos deja entrever que tanto él como otros amigos y relacionados del desaparecido profesor universitario conocen de situaciones que estaban afectando su vida personal y profesional, y que podrían dar luz a tan misterioso e importante caso. No establece con claridad a qué hechos y situaciones se refiere, dejando al lector en una especie de limbo, a merced de las conjeturas y cavilaciones. Somos de opinión que Jimmy Sierra, autoreconociéndose estrecho amigo de Narcisazo y su familia, no debería ocultar a la opinión pública ni a las autoridades ningún dato que pudiera, eventualmente, ayudar a resolver la desaparición de Narciso González, que ha conmovido tanto a las sociedades dominicana e internacional y que, a pesar de haber transcurrido dieciséis años de dicho acontecimiento, el país aún espera con ansiedad saber lo que realmente ocurrió con tan distinguido ciudadano. Nos queda esperar que las autoridades judiciales y policiales dejen fluir las informaciones que puedan traducirse en evidencias o indicios que avalen una teoría concreta, real y concluyente sobre el particular, mientras nos identificamos plenamente con la hipótesis planteada por el periodista Oscar López Reyes en su obra citada, la que consideramos digna de ser leída por todo el pueblo dominicano, y que se convierta en un libro obligado de consulta para las presentes y futuras generaciones. El autor es abogado.

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