PANCARTA
El PRD y PLD son dos hijos parricidas
Antes de que pasara septiembre y la conmemoración del golpe de Estado de 1963, se imponía identificar como parricidas a los dos partidos hijos de Juan Bosch. El parricidio político con Juan Bosch cometido por el PRD y el PLD tiene su origen en la degradación moral seguida por ambos partidos, cuyos gobiernos tienen un denominador común en la corrupción a borbotones. Al presente, ninguna persona respetable, con credibilidad pública, puede mostrar un hilo conductor entre la moral política de Juan Bosch y la de sus renegadas criaturas. Si los golpistas están hoy en el “zafacón de la historia”, se puede concluir que el zafacón de la mugre está reservado para veteranos integrantes de los partidos parricidas. Era recurrente la “descalificación moral” recíproca entre cada uno de esos partidos. Ante toda crítica pública, la reacción del adversario era satanizar a su contario “por falta de calidad moral”. La impunidad es otra conducta común entre ambos partidos para protegerse uno al otro, a tal punto que no aparecen pejes gordos del PRD condenados por corrupción en los gobiernos del PLD. Tampoco se condenó a ningún alto funcionario morado durante el gobierno perredeísta 2000-2004. Se recuerda la indignación del pueblo hasta que echó al PLD del Palacio en los comicios del 2000. Esto para no hablar del gran parecido (casi gemelos) del PRD y el PLD apañando la corrupción de sus propios “compañeros” auto delatados por la ostentación descarada de sus fortunas, y que el rumor público identifica como corruptos de tomo y lomo. ¿A quién se refería Monseñor Camilo desde La Vega el día de Las Mercedes cuando hablaba de ese cáncer de la corrupción? A buen entendedor le bastan dos siglas: PRD y PLD. Estos partidos son montañas de inmoralidad. Su hazaña más reciente fue valerse de su poder fáctico para amarrar al país por la diestra y la siniestra alrededor de un adefesio o esperpento “constitucional” que ya merece una crónica de una muerte anunciada.