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Cuba: en paz, con libertad

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Lic. Vinicio A. Castillo SemánSanto Domingo

Como millones de seres humanos en el planeta, gracias a la magia de la tecnología vía satélite de los grandes medios de comunicación, tuve oportunidad de ver el histórico y multitudinario concierto “Paz sin Fronteras”, celebrado en La Habana, Cuba, encabezado y promovido por el famoso artista colombiano Juanes. Independientemente de las loables razones de los artistas que allí participaron, la gran ausente en ese magno evento fue la palabra “libertad”, el derecho fundamental más importante del ciudadano después que nace. No hubo durante más de cinco horas ni en las canciones, ni en las intervenciones de los distintos artistas, una sola referencia, directa o indirecta, a la libertad a la que tiene derecho el pueblo de Cuba. Estoy consciente de que abordar este tema no es una tarea fácil ni simpática. El que lo hace se expone a ser reprimido duramente por un dispositivo mediático que califica inmediatamente al ciudadano o la institución que se atreve a abordar este espinoso tema. Sin embargo, sirve para ilustrar de forma exacta la doble moral, la hipocresía y el doble discurso cuando se trata de defender derechos humanos universales. Como prueba de lo anterior, sólo bastaría con observar cómo muchos de nuestros hacedores de opinión pública autodenominados “de izquierda” o “de avanzada”, cuando saltan como fieras a defender a rajatabla el derecho del dominicano a expresarse libremente sin censura previa. Sin embargo, ese derecho no se lo reconocen ni es reclamado en lo más mínimo en favor del pueblo cubano. Igual pasa con otro valor fundamental de la sociedad moderna, “la democracia”, el derecho del ciudadano a acudir a las urnas y expresarse libremente y sin ningún tipo de presión ni manipulación acerca de quién debe de regir sus destinos. Ese derecho es defendido con legítimo ardor y como verdadera conquista para los pueblos latinoamericanos (caso de Zelaya y Honduras); sin embargo, cuando se trata de Cuba, no existe ni merece la pena abordarlo, simple y sencillamente por temor a ser reprimido o chantajeado en términos mediáticos con toda clase de conocidos epítetos. Soy, sin embargo, de los que cree que Fidel Castro es sin dudas una de las figuras políticas más importantes de Latinoamérica en el Siglo XX. Su valor, su arrojo, su oratoria, son dignos de ser admirados por cualquier ciudadano del mundo. Le tocó jugar un rol histórico en medio de la denominada guerra fría entre Estados Unidos y la antigua URSS, siendo Cuba una ficha clave en esta parte del mundo para la política exterior de lo que fue esa gran superpotencia, de la cual recibió, durante muchos años, un vital apoyo político, económico y militar. Reconozco igualmente que durante los 50 años que ha gobernado a Cuba, el régimen castrista logró avances significativos en la educación, la salud y otras áreas importantes en el manejo de políticas públicas, superando los índices de la mayoría de los países hermanos de Latinoamérica. Es cierto también que producto, en gran modo, de la miopía política, agresividad e incomprensión de la mayoría de los Presidentes de los Estados Unidos, Cuba, sometida a un torpe e improcedente bloqueo económico, se granjeó una natural solidaridad del mundo, y sobre todo de Latinoamérica, frente a la desigual confrontación con los Estados Unidos (mucho más, después de la caída de la URSS). Pero, todo lo anterior no puede opacar ni poner de lado la realidad de que ese pueblo no ha tenido acceso a derechos humanos fundamentales como el de la libertad de expresión, libertad de asociación, libertad de tránsito, derecho a elegir y ser elegido libérrimamente. Y son esos derechos a los que esa inmensa masa que vimos por televisión congregada en la plaza pública (quizás la primera vez que no lo hacen para acudir a un acto político partidario), tiene razones de sobra a accesar. Contrario a Fidel Castro, el presidente Hugo Chávez Frías ha emprendido grandes transformaciones sociales y económicas en su país; ha acudido con su mano generosa a los pobres de Venezuela, sin conculcar esos derechos fundamentales de la libertad de expresarse y de elegir y de ser elegidos. Chávez (sin presos políticos en las cárceles venezolanas), ha respetado la voluntad popular aún cuando ésta le ha sido desfavorable por poco margen, como ocurrió en el Referéndum sobre el cambio de sistema al socialismo. Ahí han estado su gran fortaleza y su fuerza moral. Cuba, en la natural postrimería biológica de Fidel Castro y su hermano Raúl, se encuentra a las puertas de una inexorable transición política. Tiene la gran oportunidad histórica de un nuevo inquilino en la casa blanca, el Presidente Barak Obama, que ha demostrado tener una visión distinta y amplia sobre las relaciones con Cuba y que al decir del Presidente Chávez en Naciones Unidas, ha abierto las puertas de la esperanza al mundo, sustituyendo, según el mandatario venezolano, al “azufre” que percibía en su última intervención en ese organismo internacional, cuando pronunció un discurso posterior al que hiciera el entonces Presidente George Bush. Cuba merece ese Concierto de Paz Sin Fronteras, para que finalice la confrontación y el bloqueo contra ella y reine la paz, pero también, con ese mismo vigor, necesita que desde todas partes del mundo se reclame libertad para sus ciudadanos.

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