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Una buena idea

Los meses del verano son para República Dominicana lo que se considera turísticamente hablando, temporada baja. Y más aún en las últimas semanas de esa estación, ya que los que nos visitan desde el Sur huyéndole a su invierno, también se reducen en los días fi nales de agosto y todo el mes de septiembre. Ese es un comportamiento normal y cíclico, al que están acostumbrados todos los actores del sector. Sin embargo este año, posiblemente producto de la crisis mundial, el problema se ha agudizado, al punto que el bajo nivel de ocupación hotelera comienza a preocupar a empresarios y empleados, lo que pude comprobar personalmente cuando hace unos días visite uno de los principales hoteles de Bávaro. Pero las crisis también se pueden convertir en grandes oportunidades. Y esto puede pasar si se acoge la propuesta del ministro de Turismo, Francisco Javier García, de modifi car la legislación nacional para que se establezcan vacaciones colectivas en el país. La idea es que se puedan tomar vacaciones en familia, en el verano, coincidiendo con las vacaciones escolares. Este modelo funciona perfectamente en muchas partes del mundo, particularmente en Europa y Sudamérica, donde muchos países disponen por ley que los empleados tomen un mes de vacaciones, a elegir entre los meses de julio o agosto. Así se divide la fuerza laboral, y mientras la mitad de una empresa o institución pública trabaja, la otra disfruta de vacaciones. Las salidas masivas a zonas turísticas, hace que la dinámica económica de las ciudades merme lo sufi ciente para que la mitad de los empleados den abasto. En nuestro país ofrecería un doble resultado, pues además del elemento familiar señalado por el ministro, sería una interesante estrategia para aumentar la ocupación hotelera en temporada baja, fomentando el turismo interno. Porque un cambio en la legislación en este sentido, también debería venir acompañado de un amplio plan de Turismo para fomentar que los dominicanos visiten su país, creando rutas y paquetes turísticos a precios módicos, con bonos y fi nanciamientos blandos. Los hoteles podrían ofrecer mejores tarifas, pues una habitación vacía genera menos que una vendida a un precio bajo, y la economía de las zonas turísticas tendría vida en temporadas donde regularmente decae bastante. La idea de Francisco Javier no debe quedarse en papeles de periódicos, sino que debe discutirse con amplitud para buscar los mecanismos de aplicación más idóneos para todos los sectores.

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