DE VARIADOS TEMAS
¿Triunfó la vida o la muerte?
Felices estarán hoy los médicos aborteros clandestinos, las clínicas de patio, los curanderos que suministran infusiones de semilla de aguacate, de la corteza del roble, de cañafístol hervido y de amargo de acíbar, perforando el estómago a las adolescentes y explotándoles el hígado, con tal de hacerles abortar. Ha triunfado el medievalismo al que nuestros legisladores nos han retrocedido frente al mundo, que hoy debe estar viéndonos como una de las naciones más atrasadas, mientras cantaleteamos que “es pa’lante que vamos”. A los ricos no les importará, porque de todos modos, para que nadie aquí se entere, es a Miami y Nueva York adonde llevan a sus hijas a abortar cuando son embarazadas por indeseables o por “primitos”. Como ha dicho Antonio Gala, los llamados representantes del pueblo no saben que la legislación de un país debe depender de su realidad en todos los sentidos, de sus conocimientos y su actitud ante el tema. Si no, pasa lo que va a pasar con esto del artículo 30: la Ley va a ir por un lado y la vida por otro, y eso significa el fracaso del legislador y de su adefesio constitucional. Pero como, repito, no lo saben, a pesar de que los razonamientos científicos no les dejaban dudas, pusieron delante su ambición de seguir en la posición durante seis años más, lo cual creen que no podrían lograr si la Iglesia colocaba sobre sus cabezas el estigma con el que, al estilo de los mejores tiempos de la Inquisición, les amenazó abiertamente si apoyaban los cambios en el famoso artículo. Y son capaces de decir al día siguiente, que “votaron sin presión de nadie”, con lo cual da vergu¨enza ajena que no se les caiga la cara por vergu¨enza propia. El Sr. Presidente hizo una jugada para cubrirse ante la historia. Convocó a los legisladores de su partido a una reunión donde les presentó las novedades implementadas en otras naciones sobre esto del aborto, pero sin bajarles línea. Mantenerse en el poder es lo primero. La cruda realidad de las violadas, las menores embarazadas por familiares o indeseables, las portadoras de fetos mongólicos y de las imposibilitadas de elegir entre su vida o la de un feto que las está matando, eso seguirán siendo cosa de los demás, que siempre son los menos. Mientras sean posibles tales manipulaciones, las urnas nunca serán el verdadero símbolo de la democracia.