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ORLANDO DICE...

“Indelicadezas”

No entiendenEl Congreso Nacional no ha sabido defenderse de las denuncias que se han hecho en las últimas semanas respecto a las ventajas económicas que se otorgan a sus miembros. Ni los cuestionamientos al “barrilito” de los senadores ni a las exoneraciones de los diputados han tenido respuestas suficientes y adecuadas. Al parecer se creen por encima del bien y el mal, y que no tienen obligaciones de transparencia frente a la sociedad en su conjunto, o sus comunidades, o sus electores. Incluso, se tiene la impresión de que no han entendido el problema, o su magnitud, o los propósitos ocultos. No se ha criticado a un senador o a un diputado de manera individual, sino a casi todos, o al cuerpo legislativo, como órgano independiente. Hay que suponer, por tanto, que se trata de una acción concertada, que tiene de cruzada moral, pero también de descalificación política. Se tenía al gobierno central en la picota por las mismas “debilidades” o “indelicadezas” de funcionarios que ahora se atribuyen a los legisladores. Estos hicieron coros a los ataques al Ejecutivo sin saber que les tenían el agua puesta... SoluciónEl presidente del Senado cree que el problema del “barrilito” se resuelve cancelando a los familiares de los senadores que aparecen en nómina. Aplicaría lo del refrán de que “muerto el perro, se acabó la rabia”. La verdad que no. El nepotismo denunciado y comprobado demostró el mal uso de esos fondos, por lo que debe procederse de una forma más drástica, como sería eliminar ese privilegio. El Senado se faltó a si mismo, pues no creó mecanismos de control ni de supervisión, dejando que cada senador se manejara a su antojo. Los fondos no llenaron su cometido, y nadie cree que puedan llenarlo. Como se acostumbra decir, “árbol que crece torcido, nunca sus ramas endereza”. Lo mismo vale para los diputados que se pasaron de la raya al solicitar exoneraciones para vehículos de lujo que se sabe no compraron ni van a comprar, pero que permitirá venderlas en el mercado al mejor postor, obteniendo por esa vía unos ingresos, que aparentan lícitos, sin serlo. No hay dudas de que el “barrilito” ayuda a la reelección del senador, y que la exoneración ventajosa, a la del diputado... El ahoraSi lo del “barrilito” de los senadores tiene tiempo, y los diputados consiguieron sus exoneraciones en septiembre del 2006, la primera, y en ese mismo mes, pero del 2008, la segunda ¿a qué viene el escándalo ahora? No puede atribuirse la denuncia o el debate a “los envidiosos”, como argumentan por lo bajo algunos legisladores. Ética aparte, está la política. Hay dos situaciones a tener en cuenta. La primera, la Reforma constitucional, en la que los asambleístas se han despachado por la libre, sin tomar en cuenta las sugerencias o planteamientos de la sociedad civil. La ley de acceso a la libre información pone en sus manos datos que usan como armas de gruesos calibres contra senadores y diputados. O se trata de una venganza o de una espada que pende sobre sus cabezas. La segunda, las elecciones congresuales y municipales del año que viene. La desigualdad se hace evidente cuando se sabe que la mayoría de los actuales legisladores aspiran a un nuevo mandato, que se le podría hacer más fácil al disponer de fondos que no están al alcance de sus contendientes, sea que la competencia sea dentro del partido o en el escenario electoral... El desquite Como se tiene que la internet es un arma poderosa, estas denuncias se convierten en acusaciones que no llegan a los tribunales, pero sí cumplen una finalidad política: los beneficiarios de los “barrilitos” y de las exoneraciones están expuestos a la picota pública, y la condena es segura. El morbo hace lo demás. Cuando llegue el momento de la campaña, estos asuntos serán ventilados en foros abiertos, y el daño será innegable. El propósito es visible: no se quiere que este Congreso Nacional repita, y los congresistas no hacen nada de manera corporativa para defenderse de ese potencial desquite...

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