Opinión

Reiterando una sana advertencia

Vinicio A. Castillo SemánSanto Domingo

Hace ya unos meses escribí un artículo en el que le advertía a nuestro amigo y aliado el presidente Leonel Fernández, de los enormes peligros que para él entrañaban su propuesta de modificación del artículo 49 la Constitución de la República, para permitirle, luego de pasar un período fuera del poder, volver a aspirar a la presidencia en el año 2016. En el inicio de las sesiones de la Asamblea Nacional, se han puesto de manifiesto signos claros que apuntan exactamente a una conjunción de fuerzas diversas con el objetivo común de impedir la más mínima posibilidad de que el Presidente Fernández (que es sin duda el principal activo político del PLD), pueda intentar una reelección en el año 2012. La propuesta del PRD de que se estipule en la modificación planteada un artículo transitorio, que taxativamente indique que el Presidente no podrá optar por una nueva reelección en esos comicios, es una clara señal de lo que hemos advertido. La dirección del PRD sabe que su propuesta va a prosperar en la Asamblea Nacional, porque dentro del PLD habrá un sector importante con influencia en el Congreso que querrá clarificar de forma meridiana este aspecto de la modificación constitucional, tomándole la palabra a lo que el Presidente Fernández le dijera a sus compañeros del Comité Político. El análisis que al parecer el Presidente Fernández no ha hecho es que esos mismos intereses, con idénticos motivos, tendrán esa misma preocupación para evitar a toda costa que, una vez salido del poder en el año 2012, no esté en condiciones de ser candidato en el 2016, aunque ya no sea en virtud de un impedimento constitucional. Como dije en aquel artículo y repito hoy, de aprobarse la modificación constitucional del artículo 49 enviada por el Presidente Fernández, éste se convertirá, luego de encabezar un gobierno de ocho años, en el blanco político natural de sus adversarios internos y externos, con el agravante de que el que pueda resultar presidente, no importa que sea de su propio partido, tendrá derecho constitucional a una reelección consecutiva y, al día siguiente de su juramentación, percibirá al presidente saliente como su adversario inmediato. La historia nos enseña claramente lo que ha pasado cuando desde el poder se han propiciado modificaciones constitucionales con el objetivo de abrir de antemano proyectos de poder. Aunque hoy, en el apogeo máximo de su carrera política, el Presidente y su equipo más cercano no lo entiendan así, a quien menos le conviene la modificación de ese artículo 49 de la Constitución en los términos propuestos es al mismo Presidente. A nuestro juicio, la única posibilidad constitucional válida que se pudiera insertar en el proyecto de modificación, para prever la posibilidad de que alguien que haya sido un buen presidente, después de dos períodos consecutivos, no quede jubilado de por vida y pudiera optar en el futuro por un nuevo mandato, es a través del mecanismo del referéndum o consulta popular, cuya realización, solo las circunstancias que depara el futuro, puedan establecer su conveniencia y necesidad, pero jamás como un proyecto preconcebido mediante una reforma constitucional. Ojalá que esta sana advertencia, que estoy seguro no será escuchada, no cobre validez en el futuro, para no pasar por una triste y despiadada experiencia de persecución y saña en contra de quien es una de las figuras más brillante de nuestra historia democrática y quien ha sido el mayor ente de estabilidad política y económica de la nación, que merecerá, una vez salga del poder, ser preservado más allá de las confrontaciones partidarias. Estoy seguro que muchos de los “amigos” y “consejeros” de hoy, que son los amigos de la presidencia, de la gloria y del poder, no aparecerán, en el caso de que el futuro nos dé la razón. Ojalá, sinceramente, estemos equivocados.

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