TRIBUNA ABIERTA
Gregorio García Castro: 36 años después de su asesinato
El asesinato de Gregorio García Castro arribó este 28 de marzo al XXXVI aniversario de tan vil y horripilante hecho, cometido desde las altas instancias del poder político-militar-policial del siniestro gobierno de doce tristes años del Dr. Joaquín Balaguer, cuya obra de gobierno material grandiosa jamás borrará tantas infamias a las ideas de hombres libres de pensamiento y de avances democráticos y revolucionarios, tanta sangre derramada en aras de las libertades públicas en tan oscuro periodo nunca podrán borrarse, a pesar de los intentos vanos, vagos e hipócritas de neo-idiotas. Un crimen premeditado, planificado, denunciado al mismo Presidente por la víctima, cometido por tres matones de la Policía Nacional, quienes andan como si nada por las calles de Santo Domingo, excepto el ex-teniente, ascendido a Capitán por el neotirano, que murió en La Victoria, acusado de otros hechos de sangre, Juan Maria Arias Sánchez. Esa patrulla que ultimó a mi padre según investigación de la misma Policía Nacional, según testimonio de numerosos testigos, estaba integrada por Milton de la Cruz Lemos y José Rafael Pérez Pereyra, los mismos señalados como autores de la muerte de Freddy Antonio Sosa Martínez y del Ing. Amín Abel Hasbún, esposo de nuestra prima Mirna Santos García, así como del asesinato a balazos de Homero Hernández, militante revolucionario, como los dos anteriores. Un periodista que denunció, desenmascaró La Banda, que censuró el terrorismo policial, que desafió la frialdad del Presidente Balaguer anta tanta ola criminal, que desafió a quienes desde la oposición le hacían el juego al régimen despótico, que no aceptó callar a cambio de nada, no puede reducirse su vil asesinato a las pugnas militares, hecho derivado de las mismas contradicciones del régimen despótico. Es un crimen político y de Estado, cometido con toda la saña de los signos oficiales traicionados en quienes se delegó o quienes ostentaban el poder en 1973. Los señalados autores materiales fueron descargados; apelada la monstruosa sentencia en 1977, fueron favorecidos por una sentencia clandestina, sin juicio oral, público y contradictorio, sin publicidad, evacuada en octubre de 1980. Este adefesio fue conocido 20 años después en el año 2000 por la actual Suprema Corte de Justicia, organismo al cual hemos recurrido un sinnúmero de veces vía el Procurador General de la República. La Suprema Corte de Justicia ha solicitado el dictamen correspondiente de la Procuraduría General de la República, recibiendo el silencio como respuesta. En los años posteriores a la monstruosa y clandestina sentencia, como la desconocíamos, nuestro reclamo era sencillamente que se fallaran los recursos de casación, en un período de tanta oscuridad como una dictadura real, donde se rompían todos los esquemas legales posibles, desde gacetazos, juntazos, sentencias clandestinas, se fabricaban expedientes, se deportaban políticos contrarios al gobierno, se apresaban y se asesinaban por sus ideas, “se le entraba sacos al erario nacional”, en fin, se manejaba como una caricatura el país. Todo ese panorama favorecía la impunidad y el ocultamiento de la verdad de esa maldita sentencia, la cual debe declararse nula e inexistente, por las razones expuestas. República Dominicana, democracia de hojalata, yo no tengo partido ni lo tendré nunca, y parece que tampoco tengo país o instituciones respetables.