Aptitudes para la vida

Conozco a personas que han desarrollado aptitudes para responder bien cuando las cosas van mal. Sé de jóvenes que desde su escuela, universidad, comunidad o familia han logrado cultivar tolerancia, inteligencia social en aceptar las diferencias y aprender a vivir dentro del discenso social. He visto jóvenes responder de forma preventiva al tabaquismo, el alcohol, marihuana, cocaína, éxtasis; pero también, he notado a jóvenes que usan la internet de forma sabia y controlada. Esas aptitudes (cognitiva) más las actitudes (reacciones) para la vida son las que hacen posible la madurez, la refl exión y aceptación, de saber cuándo cambiar y cuándo recurrir a los límites que imponen los valores perdurables y los principios reforzados en salir bien de las adversidades. La habilidad y la agilidad mental se van adquiriendo con el conocimiento constante, y las reacciones emocionales positivas que van adquiriendo con las interacciones interpersonales, grupales y personales de un ser humano dinámico. Habilidades para la vida es la respuesta de los jóvenes frente a los riesgos, la vulnerabilidad, al embarazo, al VIH, a las relaciones sexuales tempranas, etc. Esas habilidades ayudan y llevan a los adolescentes, jóvenes y adultos a salir bien de las problemáticas psicosociales y económicas que a cientos de ellos les lleva a transgredir normas, principios y valores perdurables. Aptitudes para la vida nos hacen sanos, funcionales y adaptados en sociedades de tanta exclusión y de tanta inequidad social. Recuerdo a Thomas Charmen cuando dijo: “En la vida hay que tener tres cosas; algo qué hacer, alguien a quién amar y una esperanza”. La esperanza es la pasión de lo posible, y lo posible se construye con nuevas aptitudes para la vida. La formación en el sistema escolar de estudiante recilientes y de nuevas habilidades para la vida aseguran un ser humano trascendentes e útil para el sabio vivir.