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Reflexiones acerca de la novela ‘Chiquita’
3/5 Por más veraz que sea lo sucedido, esto, al construirse como texto a través de palabras adquirirá la categoría de lo intangible, tan cercano a la manifestación artística dentro de lo literario. Mis múltiples lecturas en los últimos años de obras novelísticas me han llevado a estar pendiente de las novedades dentro de este género, con el propósito de tratar de decir algunas cosas difíciles desde mi realidad de poeta, pretendiendo entonces utilizar la narrativa, y en particular la novela, para tratar de contar cosas que bullen en mí, y que no puedo emprender sin una complicidad con quienes ya han alcanzado la madurez expresiva y han dado a través de la novela obras fundamentales. En esa tarea me encontré con ‘Chiquita’, de Antonio Orlando Rodríguez, que comencé desde el preámbulo y el relato de Cándido Olazábal hasta llegar al final de una obra que tiene en la edición de Alfaguara 570 páginas. No pude detenerme; el tema y su tratamiento me atrapó desde el principio. Cada vez quería saber más de ese personaje excepcional, que junto a Rústica, la nieta de Mingo, darían una de las parejas dentro de la literatura universal mejor construidas y por eso comencé hablando del Quijote, que junto a Sancho, constituyen casi un modelo de dos personajes creados uno para el otro y, sobre todo, hechos para que la historia narrada se llene de riqueza, de variedad y de excelencia. El extraordinario personaje que es Chiquita encuentra su complemento en Rústica, originaria de una esclavitud que la preparó para ser el soporte de Espiridiona Cenda durante toda la vida y aún después de la muerte de su ama. Su capacidad de amar y tolerancia, mezclados con la sabiduría popular, harán de Rústica una pieza esencial para que la artista liliputiense pudiera con éxito atravesar el entramado de un mundo que se rindió a sus pies, pero donde las intrigas, la pasión y las excelencias y bajezas humanas y suprahumanas conviven con un ser quizás destinado por su pequeñez al anonimato, pero cuya sabiduría y gracia le valieron la acogida de los mejores escenarios, y el reconocimiento de las grandes figuras del poder en todas sus dimensiones.