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Opinión

De reojo

La celeridad con que actuó la Policía Nacional en el caso de un empresario secuestrado el pasado viernes en Santiago es causa de elogio. Miguel Tejada Hernández esperaba a que su hijo saliera del colegio cuando Marcelino García Crisóstomo, el presumible secuestrador, interceptó a la víctima y la obligó a subirse en el vehículo de ésta. Inmediatamente la Policía inició la búsqueda del delincuente y ubicó patrullas en los principales puntos de la ciudad hasta que dio con el secuestrador y el secuestrado en un tramo de la autopista Duarte, entre Navarrete y Santiago. Allí, un agente de la Policía, el segundo teniente Plinio Cabrera, y el propio victimario resultaron ilesos en un enfrentamiento que permitió la liberación de Tejada, sano y salvo. Este es un ejemplo de que la Policía, cuando se lo propone, puede actuar oportunamente para cumplir su sagrada misión de proteger a la ciudadanía. Pero además, es una muestra de que no todo está perdido y que en la Policía Nacional queda personal valioso que solamente piensa en cumplir con su labor y se mantienen alejados de la tentación del narcotráfico y de los tentáculos del crimen organizado que tanto daño están haciendo a República Dominicana.

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