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Opinión

EN RELEVO

Viene bajando

La profilaxis a la que están siendo sometidas las instituciones militares no puede ni debe ser utilizada por otros sectores para reivindicar sus avances, o pretender excluirse del proceso de deterioro que sufre la sociedad, proceso este que, a fin de cuentas, se constituye en el principal responsable de la penetración del crimen organizado en las instituciones del Estado, entre ellas las castrenses. Pero mucho menos deben hacerlo quienes -hasta por aclamación popular- son considerados el estamento del Estado que mayores avances ha logrado en los últimos años, y me refiero al Poder Judicial y a su cabeza, Jorge Subero Isa. Y no deben no sólo porque no tiene porqué hacerlo a partir de su buena imagen pública, sino también porque no es verdad que todos los miembros de la Justicia son intachables. Es que los miembros de la judicatura no son suizos ni marcianos, sino dominicanos, productos de esta sociedad, que conviven con ella y no en una burbuja. Por eso los jueces son tan proclives a ser penetrados por la corrupción como los policías, los militares, los fiscales, los médicos, los periodistas y los abogados. Y así como podríamos decir que la mayoría de los jueces emulan a Jorge Subero, siendo serios, dignos, responsables, íntegros, valientes y justos, así también hay muchos otros que no lo son, y que incurren en actos de corrupción. Y el magistrado Subero no debe defender a esos jueces. Y cuando se atrinchera en sus posiciones, y traza una especie de “raya de Pizarro” entre la judicatura y los demás estamentos del Estado, hace una defensa directa a los jueces buenos, pero también una implícita a los corruptos que no se merecen la protección de un hombre digno y meritorio como el magistrado Subero. De ahí que quienes dirigen la Justicia lo que deben hacer es asumir el discurso de las demás instituciones proclives a ser corrompidas, que al tiempo de resaltar los méritos de la mayoría de sus integrantes, también advierten y sancionan a quienes infringen la ley, así como las normas morales y éticas, asumiendo con humildad sus fallas ante la sociedad. Ya que ese discurso inquisidor, creyéndose no tener techo de cristal, sólo conduce a la lamentable situación que muy bien puede describir una expresión muy utilizada por los dominicanos: que es mejor evitar escupir para arriba, pues todos sabemos que pasa luego, cuando el escupitajo viene bajando. Y visto lo de Puerto Plata y San Cristóbal, este parece que viene bajando.

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