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SONDEO

Al grito

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Luis Encarnación PimentelSanto Domingo

Como en otros tiempos y en otros gobiernos, el mismo relajo y el mismo abuso con los productores de cebolla del país. Lo que se ha hecho y sigue haciendo con ellos cae en el terreno de lo criminal: abrir la compuerta de las importaciones e inundar el mercado, con autorización y complicidad oficial, justo en el momento en que comienza la cosecha. Vienen las excusas y argumentos, que no son más que cuentos para consumo de los incautos, mientras los productores se encuentran con la dramática realidad de que los precios se van al suelo. La situación se repite, es siempre la misma, por lo que los cebolleros de Ocoa, de Baní y de todo el país están al grito, pero también dispuestos a echar el pleito. Ayer venía una representación de las distintas zonas productoras con un documento y la determinación de que si su grito no se oía, con la debida solución, a nivel de Agricultura, que alguien en Palacio la oyera. Los permisos para importar los otorgan las autoridades y la pregunta de siempre de los productores, que compran semillas caras, tienen altos costos y deudas y compromisos diversos que no pueden cumplir, además de los del Banco Agrícola, es: ¿Por qué se permite que se inunde el mercado cuando viene la cosecha? Por ejemplo, se denuncia que con permisos dados a una sola persona, un almacenista e intermediario de Baní, se trajeron unos 22 mil quintales de cebolla roja a mediados de febrero y otros 60 mil quintales de la blanca y amarilla a principios de marzo, coincidiendo con la cosecha actual y que, sólo en Ocoa, sería de unos 280 a 300 mil quintales. Debido a esas importaciones, en la zona, en la que todavía se deben unos ocho millones de pesos a los productores, los precios se han deprimido (400 y 500 pesos por quintal), una mala señal. Un dato: parte del relajo consiste en comprar por el suelo, almacenar, crear una escasez artificial y... a especular.

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