Del “come y vete” a la mano extendida
Nuevos aires parecen soplar en estos días en lo que respecta a la política del nuevo régimen norteamericano en cuanto a su ya viejo disentimiento con el gobierno revolucionario cubano de los hermanos Castro. Afortunadamente no estamos en los tiempos en que el presidente de los Estados Unidos, como fue el caso de George Bush, se negaba a estar presente en una reunión de mandatarios a la que asistiría Fidel Castro en México, hace algunos años. Cuando el presidente mexicano Vicente Fox irrespetó a Fidel Castro al plantearle la renuencia de Bush de juntarse con él en aquel cónclave de Naciones Unidas (ONU), en Monterrey, en el 2,002, se abrió una amarga herida diplomática entre esos dos países. Fox le habría dicho a Fidel al plantearle la negativa de Bush: “Come y vete”. Tal expresión causó repugnancia en Fidel porque consideró que la misma era inoportuna y desconsiderada y no típica de la conducta de México en cuanto a su independencia en política internacional, instaurada desde los tiempos del régimen progresista del general Lázaro Cárdenas. La descarnada y beligerante expresión de Fox fue calificada como “una vil traición”, por el jefe del Estado cubano. Fox compartía, desde luego, el mismo sentimiento norteamericano de la época de un aislamiento rígido, asfixiante, del régimen socialista cubano instaurado desde el principio del triunfo de la revolución cubana y en ese momento golpeado por el derrumbe de la Unión Soviética por muchos años su principal soporte económico. Imperaba en Cuba el llamado “período especial”. El incidente provocó un grave enfriamiento de las relaciones de los dos países (Cuba-México) que llegó al punto del retiro de ambos embajadores hasta que ascendió al poder el actual mandatario mexicano Felipe Calderón, quien ha anunciado una visita inminente a la isla caribeña. En México ha seguido gobernando el mismo partido de Fox, (PAN) pero Fox dejó la plaza en manos de Calderón; Bush cumplió también su tiempo y ahora vive en Texas. Fidel está medio retirado, pero sigue viviendo en La Habana y la revolución sigue bajo su égida. Una reflexión interesante es que pese a las graves discrepancias en la escena política internacional, el tiempo no se detiene y los actores de los peores capítulos del disentimiento abandonan la escena pública como resultado de la dialéctica histórica, pero los procesos continúan probablemente en perspectivas totalmente nuevas. Ahora vemos que desde el desplante de Fox a Fidel: “Come y vete”, pasamos a una nueva administración en Washington que no es exclusionista, sino inclusionista. Estamos en los albores de la política de “el brazo extendido y la mano abierta”. El tiempo de la política que prefiguró el fatídico “eje del mal” ya no está vigente en Washington y esa diferencia es vital para consolidar una nueva paz en el mundo alimentada por la tolerancia, el diálogo, el respeto al otro y la comprensión. Es la política de “el brazo extendido y la mano abierta”. La nueva administración demócrata norteamericana ha pasado de las palabras a los hechos y anuncia una nueva política que alivia -aunque sea tímidamente- el torniquete económico que le había apretado Bush a la garganta de la revolución cubana. Se han liberado los viajes a esa nación por parte de cubanos residentes en los Estados Unidos y se aumentó en 120 dólares la autorización de gastos por cada día en la isla, ya no estará limitado a 14 días cada tres años sino a una visita indefinida todos los años. Los observadores consideran que es el primer paso -tímido si se quiere- para abrir el proceso de formalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos y el levantamiento del embargo norteamericano para negocios con la isla, especialmente después del anuncio del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, en el sentido de abrir un proceso para el reintegro de Cuba al seno del organismo hemisférico. Al criterio de Insulza se agrega la recomendación de un personaje de la calidad del senador republicano Richard Lugar, de Indiana, quien -después de un reporte de una comisión que envió a Cuba- ha recomendado al Senado Norteamericano el levantamiento del bloqueo debido a que en casi cincuenta años no logró los objetivos políticos que se esperaban, que era la asfixia económica del régimen socialista de Fidel Castro ocurriendo, sin embargo, un lamentable proceso de intenso empobrecimiento del pueblo cubano y, por contraparte, un mayor control político de las autoridades revolucionarias. En el gobierno de Bill Clinton se estaban dando circunstancias parecidas a las actuales cuando surgió el incidente de “Aviones al Rescate” con la muerte de tres pilotos exiliados y que se vio como una maniobra tendiente a frustrar el acercamiento Cuba-EU. Esperamos que ahora -si es que el régimen cubano lo considera pertinente- no se dejen tentar por acciones desesperadas de quienes desean impedir a toda costa una reconciliación de los dos pueblos. O lo que es lo mismo, que “el brazo extendido y la mano abierta” reciba una respuesta recíproca, como se debe esperar de un régimen decente. Ese nuevo aire de espeanza necesita de la voluntad de los dos liderazgos.