VIVENCIAS
Una oración para todos los tiempos
Comparto con ustedes una oración que pronunció monseñor Ignacio Hazim Metropolita, griego, invitado a pronunciar el discurso inaugural del Congreso Ecuménico celebrado en Upsala, Suecia, en agosto de 1968, convocada bajo el lema ¡He aquí que hago nuevas todas las cosas! (Apocalipsis 21,5). Es una oración reveladora y que compromete, a la que Fernando Prado, de los misioneros claretianos, denomina la mejor definición que se ha dado del Espíritu Santo. Se titula: ‘Sin Espíritu, con Espíritu’: Sin Espíritu Santo: Dios queda lejos, Cristo pertenece al pasado el Evangelio es letra muerta, la Iglesia, una mera organización,la autoridad, un dominio, la misión, una propaganda, el culto, una evocación, y el obrar cristiano, una moral de esclavos. Pero con el Espíritu: el cosmos es exaltado y gime hasta que dé a luz el Reino, Cristo resucitado está presente, el Evangelio es potencia de vida, la Iglesia, comunión trinitaria, la autoridad, servicio liberador, la misión, un nuevo Pentecostés, el culto, memorial y anticipación, y el obrar humano queda deificado.