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Sich Erinnern Goebbels

Todo estudioso de la publicidad o la comunicación sintió alguna vez admiración por el genio del “reichminister”, Paul Joseph Goebbels, independiente a su grado o no de culpas en acciones genocidas. Hablo, para quien no lo sabe, de quien fuera el gran cerebro propagandístico de la Alemania Nazi, entre 1925 y 1944, ya que su estrategia comenzó desde que conoció a Hitler y, en gran medida, éste último le debió su ascenso al poder. Su función consistía en controlar los medios: la radio, televisión, cine, literatura, etc. y así transmitía sólo la información que era favorable al régimen, construyendo una burbuja de imagen donde sólo cabía la idea de una nación perfecta, una raza pura y la conquista de toda Europa. El hombre supo muy bien del “poder mediático” para anestesiar a un pueblo y lo manejó magistralmente. Son famosos sus “Once Principios”, entre los que -no se porqué-, recuerdo precisamente ahora los siguientes: El tercero, llamado Principio de la transposición: “Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”. El quinto, Principio de la vulgarización: “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar”. El sexto, el Principio de orquestación: “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. El noveno: Principio de la silenciación: “Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines”. Con los aliados y los rusos metidos ya en Berlín, el genio ordenaba a los medios repetir una y otra vez la falacia de que “Alemania está al borde del triunfo”. Cuando las noticias de los frentes no podían ocultar ya las derrotas militares con eufemismos, Goebbels apeló entonces a la solidaridad, a la confianza y a la voluntad de vencer. No se porqué he recordado estas cosas hoy.

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