Hipólito Mejía
El tiempo es un catalizador eficaz. Hoy vemos a los gobiernos dominicanos del siglo XIX desde otras perspectivas. No estamos inmersos en el fragor del combate político de ese momento. El manejo de una mayor cantidad de data nos permite una cosmovisión que nos ayuda a considerar elementos que en el instante, o no se conocían, o se ponderaban de manera diferente. La vida política de Hipólito Mejía será estudiada por los historiadores del futuro con un lente distinto al de los analistas actuales. Al llegar a la Presidencia, el PRD tenía doce años fuera del poder y no hacia mucho tiempo la muerte nos había arrebatado a nuestro más grande líder, el compañero José Francisco Peña Gómez. El partido en ese momento era una especie de confederación de tendencias y existió una decisión de integración que dio como resultado un indiscutible triunfo electoral y luego, ya con el presidente Hipólito Mejía, la mayoría de las individualidades pasó a formar parte del gobierno, dándole oportunidad al amplio espectro en que se había transformado el PRD. Hipólito comenzó obras importantes en cada provincia, en la mayoría de las comunidades de República Dominicana. Fue su visión desde el poder, de cómo llevar la mano amiga del presupuesto público a cada rincón de la patria. Enfrentó la más terrible crisis financiera que haya vivido la República con la quiebra de bancos y una devaluación de la prima del dólar, bestial. Se arriesgó a seguir adelante con los Juegos Panamericanos, lo que suponía una inversión descomunal para un país como el nuestro, reto del que salimos airosos gracias a la tenacidad del Presidente del Comité Olímpico Dominicano, José Joaquín Puello, y de su equipo, ofertándole al continente y al mundo unos juegos signados por excelencia. Entre tantos valiosos compañeros y amigos que rodearon al presidente Mejía, una minoría le inculcó el fantasma de la reelección que mucho daño nos hizo. El presidente Mejía se mantuvo, como consecuencia de esto, prácticamente con el mismo gabinete durante sus cuatro años de mandato. Pocos cambios y donde había que colocar sangre nueva, se dejaba al titular aunque fuese público y notorio que perjudicaba la gestión. Un concepto avieso de la amistad que tanto menoscabo le hizo al país y al PRD. Finalmente, su empeño por repostularse, contraviniendo el compromiso histórico antirreleccionista del PRD y el legado de Peña Gómez, compartido por la mayoría del partido, marcó su huella. Con mayoría en los poderes del Estado y visualizando su interés, el presidente Hipólito Mejía pactó con el partido reformista y le entregó una desproporcionada parte del poder, que los perredeístas habíamos ganado con el voto popular, como fueron: la Cámara de Diputados, la Liga Municipal Dominicana, la Secretaría de Industria y Comercio, embajadas y consulados, entre otros favores políticos. El 16/05/04, los votos reformistas no aparecieron, la estrategia colapsó. Sin embargo, de nuevo se montó el acuerdo PRD-PRSC, para el 2006. Los peledeístas lo peyorizaron como la “Alianza Rosada”. Aquel ingenio disminuyó nuestras fuerzas y fracturó sensiblemente la unidad interna del partido. Así transitamos hacia las elecciones generales del 16/05/08. Al aproximarse las elecciones presidenciales a principio del mes de marzo, se motorizó un encuentro-almuerzo en la ciudad de Santiago de los Caballeros, en casa de un amigo común, de Hipólito Mejía y el entonces candidato presidencial del PRSC. Se trataba de que Hipólito recabara el pre-acuerdo de apoyo a la candidatura presidencial del PRD, representada en Miguel Vargas Maldonado, pero Amable Arísty se negó rotundamente. Hipólito hizo su acto de contrición. En un encuentro de días anteriores a este acontecimiento, una versión de “garganta profunda” informó que el candidato reformista había pactado con el presidente Fernández en el Palacio Nacional, un acuerdo de no llegar a otro con Hipólito Mejia y el candidato del PRD. Sin embargo, la candidatura de Miguel Vargas Maldonado obtuvo un importante 40.48%. El partido sin embargo, aún no desarrolla una oposición firme, con planteamientos sólidos, irrefutables, buscando avanzar en el camino de fortalecer la unidad, en la diversidad de las corrientes internas, como única vía que garantiza la participación de todos sus componentes, para ganar las elcciónes. Es fundamental el trabajo de orfebrería política que deben seguir desarrollando los y las perredeístas para recuperar el poder en los años 2010 y 2012. La buena voluntad de los lideres emergentes como Miguel Vargas y Luis Abinader, entre otros, y la experiencia, carisma y derechos adquiridos de los que es dueño el ex presidente Mejía, proyectan la operación que necesita el PRD para triunfar. Honremos a la mayoría democrática, porque ¡Conciliar es ganar, e Hipólito como nadie lo sabe!