Opinión

BIBLIOMANÍA

El milagro coreano visto por un diplomático

Francisco ComarazamySanto Domingo

No estoy seguro de si Héctor Galván es descendiente del autor de la novela o leyenda titulada “Enriquillo”, basada en la vida del indígena Guarocuya, bautizado por los conquistadores como Enrique e inmortalizado en la literatura como “Enriquillo”, joya de las letras nacionales de todos los tiempos; pero creo que sí lo es porque me suena y creo, para más, que lo he leído en alguna parte, probablemente en el diccionario bibliográfico de Rufino Martínez. Alguien podría decir que debería averiguar primero antes que dejarme llevar por la memoria siempre frágil, pero es que estoy fuera de casa durante unos días y no ando con libros de consulta a rastro, sino únicamente de distracción, entre los cuales he leído de un golpe el titulado “El rostro de la esperanza. El milagro de Corea del Sur visto por un diplomático dominicano”. Se trata de una serie de impresiones de lo que es dicha nación asiática, cuya fuerza productiva se ha expandido con fuerza a la América hispana, especialmente en la esfera tecnológica, en pocos años después de la Segunda Guerra Mundial, y Galván ha aprovechado su permanencia allí para estudiar la psicología de sus gentes y el enorme progreso que ha logrado en forma relampagueante en su economía e industria, un fenómeno comparable únicamente con Taiwán en un mismo período. Hace cosa de veinte años que estuve por última vez en Seúl, la trepidante y vigorosa metrópoli que es la capital coreana atestada de gente, y leyendo el libro de Galván, nuestro embajador en ese país, he logrado recrear muchas agradables experiencias de mis visitas a esas tierras que recorrí “de cabo a rabo” como invitado oficial de su gobierno, incluyendo los trabajos de preparación de los Juegos Olímpicos de 1988 que pusieron fin a la cadena de dos citas deportivas boicoteadas por derivaciones de la Guerra Fría. De manera que puedo dar fe y testimonio del milagro coreano al sur del celebre paralelo 38, en la localidad de Panmunjon, que una vez fue llegada a ser considerada como el punto más peligroso y neurálgico del globo terráqueo. La obra es presentada por Juan Temístocles Montás mediante un brillante prólogo en el cual asevera que “sintetiza lo que Corea del Sur representa para todos aquellos países que quieren transformar de manera radical las condiciones sociales y económicas de sus pueblos en el lapsus de una generación. Es decir que Corea del Sur se ha transformado de ser una de las economías agrarias más pobres del planeta en una de las grandes economías industrializadas a nivel mundial. Y uno se pregunta ¿Qué hizo ese país para lograr en tan poco tiempo ese fantástico progreso? La explicación se encontrará asomándose a este libro de Héctor Galván. Leerlo es también una delicia por el estilo empleado a través de doce capítulos rebosantes de sentido humano, social, político, económico y cultural.

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