Opinión

TRIBUNA ABIERTA

Salvemos al Partido Reformista

SANTO DOMINGO.- El Partido Reformista Social Cristiano, la organización política que tiene en su haber la realización de la más extraordinaria obra de gobierno en la historia republicana, agoniza. Desde que Joaquín Balaguer traspasara el mando político a la nueva directiva meses antes de su fallecimiento, los principales órganos directivos del partido han sido incapaces de ponerse de acuerdo para estructurar un proyecto político que nos cohesiones y para proponer un programa de nación que nos permita recuperar el respaldo de los sectores que tradicionalmente han apoyado al reformismo. En vez de fomentar el diálogo y la concertación interna, un reducido grupo se ha encargado de auspiciar la desconfianza e intriga para descalificar a sus correligionarios. Parecería que esa reducida minoría no tiene fe en la organización, ni tampoco le importan las glorias del reformismo histórico. Su único interés es el de utilizar la estructura partidaria como trampolín para su exclusiva ganancia personal. Han secuestrado a la organización para imponer sus personales propósitos por encima del interés de la colectividad reformista y del país. Ese pequeño grupo ha sido el culpable de los resultados del reformismo en las elecciones generales del 2004 y del 2008. En sus afanes mercuriales no han tenido ni el pudor de defender las legítimas candidaturas del partido. Por el contrario, se han encargado de negociarlas a sus espaldas, en franca traición a los dirigentes y militantes del reformismo que disciplinada y abnegadamente nos comprometemos en cada campaña electoral. Esa minoría sigue demostrando que no le duele el reformismo. La historia de tantos dominicanos que ofrendaron su esfuerzo y dedicación a la consecución del proyecto de nación que encarnó el doctor Balaguer el histórico 1 de julio de 1966, en definitiva no les interesa. Más bien tratan de marginar la ingente obra de gobierno del partido, nuestro patrimonio más preciado, y de relegar la figura política de nuestro sabio estadista, en franco, abierto y bien aprovechado contubernio con los que pretenden erradicar al reformismo del escenario político nacional. Con sus alevosas maniobras nunca han promovido el fortalecimiento del partido. En cada ocasión, en lugar de apoyar los esfuerzos internos sólo se preocupan por urdir sórdidos acuerdos y concertar lóbregas negociaciones que sólo reportan beneficios para sus faltriqueras, en detrimento siempre de nuestros pacientes dirigentes y militantes. Su obra y su memoria La capacidad y la experiencia de estado de los dirigentes reformistas son cualidades reconocidas por nuestros más acérrimos adversarios. Sin embargo, este minúsculo grupo desluce la sensatez, la dignidad, la prudencia y la formación que siempre han caracterizado a nuestra colectividad política. En ocasiones formulan declaraciones que presentan al partido imprudente y desequilibrado. En otras oportunidades actúan como si el reformismo estuviese en pública subasta. Olvidan aviesamente que el reformismo no trafica sino que siempre apoya sin condiciones toda iniciativa, sin importar de donde provenga, que vaya en beneficio de las grandes mayorías nacionales. En el mes de marzo el estatuto partidario dispone la escogencia de los principales estamentos de dirección de la organización. En ese sentido, al referido grupo no le conviene que se logren los acuerdos mínimos necesarios que permitan la operatividad de la organización. Solo trafican con la insidia y la diatriba. El proyecto partidario no le agrada, pues aleja sus posibilidades de seguir obteniendo provechos personales. Esas personas no discuten contenidos, apenas títulos y resultados. Enfilan su diatriba contra todas las directivas y candidaturas, pues para ellos no hay partido sino tráfico, trato, utilidad, ventajas y lucro personales. En lo que concierne al regreso al partido de las personas que apoyaron otras opciones, esa minúscula cofradía les hace creer que son su principales defensores, cuando en realidad promueven las diferencias entre ellos y auspician una disputa innecesaria e improcedente en contra de la figura con más recio liderazgo en ese importante sector. Nadie se opone a la reunificación. El partido se fortalecería con la presencia y el trabajo honesto y sincero de muchos valiosos amigos. Pero lo correcto sería reglamentar los detalles y los términos en que se reincorporan y explicarlos a la militancia. Todos estamos de acuerdo con un reformismo independiente, coherente y vigoroso, que prepare su proyecto político y le presente al país un programa de nación inspirado en el modelo de gobierno del doctor Balaguer. En esta hora crucial para el reformismo, formulo un llamado a todos sin excepción. Honremos el sacrificio del fundador y líder del partido. No permitamos que perezca su obra y su memoria, ni permitamos que un reducido grupo continúe especulando con el sacrificio de todos. Orientemos todo nuestro trabajo hacia la viabilidad y el engrandecimiento de nuestra organización política, conscientes de que se trata de un patrimonio colectivo para servirle a la nación dominicana, al margen de toda pretensión personal o de grupos. En esa dirección va nuestro humilde esfuerzo. En caso contrario, preferimos la soledad de la razón, a la siempre espuria componenda grupal. Especialmente conociendo que esta última estaría cimentada sobre los aún tibios cadáveres de las legítimas aspiraciones de todos mis compatriotas. Solo una cirugía mayor que extirpe la intriga y el sectarismo podría salvar lo que queda del otrora poderoso y admirado Partido Reformista Social Cristiano, practicada con la decisión de reivindicar la ofendida memoria del doctor Joaquín Balaguer quien, desde el insondable mundo de lo infinito, debe observar nuestra conducta con pavor.

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