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Opinión

En buenas manos, la educación

El Presidente atendió el reclamo hecho en la Cumbre al incrementar el presupuesto de la Secretaría de Educación en más de cuatro mil millones de pesos. El hecho, relevante sin dudas, no ha sido suficientemente ponderado y apreciado al enfocarse lo relativo a las escorias que el Presidente llamó lacras y a las medidas económicas. No puede ser para menos, por la incidencia de esos temas en la seguridad, el clima de paz y el desarrollo. La afirmación del Presidente fue mandato; imperativo al pronunciarse desde la Asamblea Nacional. Y muestra a un Ejecutivo gobernando a “ambas manos” en la tempestad. A la vez que golpea ese mal de componendas infames y renuncias del deber, entreabre la punta del cuerno de la fortuna a favor de la educación. En ella, otro mal, igual de terrible, da al traste con los esfuerzos y esperanzas nacionales: la carencia de calidad de la educación nacional. Nace de la inconsciencia de su rol y de su urgencia; del abandono del deber y del amor, del desprecio por el conocimiento y la idoneidad, claros signos del declive que sólo paralizan a los cobardes. Las necesidades del sector educativo están a la vista de todos. Claras señales hablan de la determinación de sus autoridades por revertirlas: comprenden el problema y lo asumen como ofensa. A decir de Martí, están “movidos en su remedio”. Tanto que en su visita a Cuba, el Presidente se ha hecho acompañar del secretario de Educación para celebrar acuerdos bilaterales en el sector. En los reportes sobre la calidad educativa regional, Cuba ocupa la primacía. En ellos, nuestro país aparece rezagado. Ante esta situación, nos consta, el responsable de la cartera empezó a recorrer las dependencias escolares de Santo Domingo, Santiago y San Cristóbal, presentando el drama a los directores regionales, de distritos y centros de enseñanza públicos. En una presentación-convivencia de mediodía, Paredes se transformó en el profesor que es, y en el orientador de su equipo: data show y cuadros en mano y proyectados, los concienció y se comprometió a apoyarlos y acompañarlos, de estar con ellos en este reto. “La primera condición para curar un mal es su diagnóstico”, dijo. Y a continuación expuso y mostró cómo en todas las asignaturas el nivel alcanzado por la educación nacional dista negativamente de la media reportada para los demás países regionales. Ocupamos el último lugar. Al conocer lo expuesto por Paredes digo, bajo mi responsabilidad, que los gobiernos dominicanos y el Estado han sido estafados en la educación por quienes consumieron miles de millones de pesos, hicieron aprobar leyes de planes decenales y ocupan u ocuparon un tiempo y lugar en las escuelas sin dejar el mínimo resultado. Contrario a esa tradición, percibimos una voluntad de hacer; un compromiso de cambio; vemos que se promueve una toma de consciencia al respecto, desde adentro y lo más alto. El responsable ha dicho que la situación será revertida gracias a la promoción del saber como factor ostensible, al trabajo abnegado y en equipo, al compromiso de los actores del proceso enseñanza-aprendizaje y a la integración de la familia y la sociedad. Inició ese proceso de toma de consciencia y compromiso práctico convocando al magisterio, incluyendo a la ADP; instó a los responsables de dirigir, suplir, enseñar y aprender a apoderarse de los centros educativos y sus tareas. Apeló a la colaboración de los padres. Su objetivo: que los estudiantes aprendan; que los profesores enseñen más; que el Gobierno y la sociedad apoyen más. Que los padres se interesen más en la educación de sus hijos. Ante esta tragedia, El Presidente, de primero, ha lanzado la primera piedra: 4,090 millones de pesos. “La pirámide de la educación se ha revertido... Ahora ascenderemos a las escuelas y bajaremos al Despacho”, dijo Paredes para ilustrar la decisión de superar las mediaciones entre autoridades y escuelas. Igual que el Presidente. “Profesor Leonel”, le decíamos en el Cristóbal Colón. Allí él asumía la Historia como consciencia y fe en el porvenir, por eso jamás se amilana; una historia nacional que Adriano de la Cruz hacía poesía, leída a veces en su casita de la María Montez, con sus héroes indígenas y su naturaleza virginal; la Literatura sorprendía como virtud hablando del Arcipreste de Hita como de un vecino, en un estudiante de Ingeniería: el profesor Mario Holguín. A otros, nos congregaban el teatro, la poesía y la narrativa. El sueño común nos impulsaba: el de una patria mejor; la abnegación y el saber; la integridad a carta cabal. La solidaridad. Por eso digo que hay raíces en esta decisión y manejo. En los fondos aportados, la inequívoca sensibilidad del Ejecutivo por el tema. 4,090 millones de pesos argumentan el compromiso, la determinación de enfrentar los estados lastimeros de nuestras circunstancias, empezando por la educación. Si todos aportamos será difícil no lograr mejores resultados. Paredes ha anunciado planes que involucran tecnologías de la enseñanza, tiempo en las aulas y calidad; que focalizan a estudiantes y maestros; la calidad del entorno y del servicio. Pero el principal es el amor a enseñar y el amor a aprender. La consciencia de la importancia del saber y saber hacer. La vigilancia de los padres, la formación en el hogar. Sólo con la participación de todos se logrará el éxito. De todos depende lo que serán nuestros hijos; de todos, lo que cosecharemos. Apoyemos a la educación, está en buenas manos.

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