El país hiede a yerba

“Tengo un bajo a yerba”, es el título de otra de las notables joyas musicales que nos ha regalado la radio nacional. La Dirección Nacional de control de Drogas solicitó a la Comisión Nacional de Espectáculos Públicos, prohibir la difusión de esta belleza, pero el daño ya estaba hecho porque la alusión al consumo de marihuana sonaba desde tres meses antes en la radio, con la complacencia de los honorables radiodifusores y la ignorancia, por inoperancia, de la CNEPR, una entidad donde desgraciadamente se desperdicia y fosiliza un talento como el de Oquendo Medina, su director o presidente. Ya no se habla del asunto ni se hablará hasta que aparezca caso similar. ¿Es suficiente con la prohibición o debería castigarse la osadía e irrespeto públicos? Si no se quiere violar la Constitución con la censura previa, por lo menos debería advertirse de multas y sometimientos a los productores disqueros del país que graben temas inmorales y apológicos de las drogas y que se comunique a las estaciones radiales que serán cómplices de los productores en la violación. Si quiere conocer la envergadura del estercolero radiofónico en que han caído muchas estaciones radiales, cuando vaya de viaje o cuando esté en un tapón en la Capital, presione el botón de “scan”, tanto en A.M. como en F.M. y se encontrará con cosas que le escandalizarán. Las indecencias que se escuchan, no pueden estar, por cuestión de derecho, por encima de la sanidad moral colectiva. Por demás, la prohibición de un tema es recibida con algarabía por los productores, porque, al despertar la curiosidad de los que desconocían de la existencia del mismo, lo que hace es incrementar la venta clandestina del disco. Por tanto, “Tengo un bajo a yerba” ha vendido lo que no esperaba y, si lo medimos con la misma vara que Alfonso Rodríguez, uno de los mejores directores dominicanos de cine, mide la calidad de un filme -dice que la cantidad de asistencia a los cines es lo que determina si una película es buena o mala-, entonces no hay duda de que el disco será un éxito para sus productores, aunque también lleve la carga de ser otro granito de arena en el deterioro de la sanidad mental de este pueblo cuyas leyes sirven para poca cosa.