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Opinión

REFLEXIÓN DEL ALMA

Cuidado con nuestra benevolencia

Leonor Porcella De BreaSanto Domingo

Vemos con regocijo que el mundo comienza a mirar hacia Haití. Es laudable la entrevista entre la secretaria de Estado del nuevo gobierno norteamericano, Hilary Clinton, con el presidente de Haití René Préval, para estudiar su ayuda humanitaria; ese cambio de gobierno indica una variante en su política exterior, dando mayor apoyo económico a los países más necesitados. Es importante que el mundo ayude a Haití. Allí se está pasando no sólo hambre sino vicisitudes atroces. República Dominicana ha hecho sacrificios significativos para socorrerlos; sin embargo, en esta hora de reajuste, cuando se ha presentado una cumbre de Estado para que la inversión gubernamental en consenso importante, se distribuya de la mejor manera. Es difícil para República Dominicana, con innumerables precariedades, tener que enfrentar la enorme carga económica producida con la presencia masiva de haitianos indocumentados y documentados, residiendo en el país. Una amnistía masiva para indocumentados es prácticamente imposible de otorgar por ningún país del mundo con graves deficiencias económicas. El LISTÍN DIARIO del 7 de febrero decía: “Acuerdan censo para regular a extranjeros” Seguramente se refirieron a los ciudadanos haitianos; aquí no nos visitan cantidades abrumadoras de extranjeros con intenciones de quedarse, sólo nuestros vecinos. El problema haitiano es muy grave y nos atañe a todos los dominicanos; sería saludable escuchar diferentes criterios y posturas sobre estos temas. No es agradable ir en contra de seres desvalidos que necesitan ayuda; sin embargo, estoy convencida que para el dominicano que ve desmembrarse día a día su país, es un deber patrio salir en defensa de nuestra nacionalidad por encima de todo, hasta con la propia vida. La vicecanciller representante del gobierno dominicano, Rosario Graciano, convocó al Consejo Nacional de Migración para elaborar el reglamento de aplicación de la ley de Migración 285-04. Es una noticia excelente; no obstante, el tema de la nacionalidad dominicana tiene que ser debatido con prudencia nacionalista, hay que medir la benevolencia hacia Haití, porque cuando se está en la situación en que vivimos, no creo que podamos darnos el lujo de nacionalizar, ni evadir deportaciones dolorosas, entendiendo que primero va el país, sin aceptar presiones de Derechos Humanos, ni de nadie; de lo contrario tendríamos dos países cayéndose en lugar de uno. Increíble que Migración tenga también precariedades, siendo el centinela de nuestra nacionalidad. Es sorprendente que no posea vehículos para efectuar las deportaciones, es como un soldado sin armas. Supongo que tampoco tiene presupuesto para efectuarlas, porque las deportaciones implican gastos, si es que se efectúan. Aquí en lo primero que se piensa definitivamente no es en el país. Migración tiene que pedir prestado autobuses para estos fines, ¡Qué vergonzoso!. Lo más importante para un país independiente que ha luchado por su libertad es conservarlo inviolable, inmanchable; este es un país de dominicanos y así ha de permanecer toda la vida. Una pregunta oportuna: ¿Tendremos que aguardar que aparezcan los transportes y se fije adecuadamente el reglamento de Migración para que se cierre la frontera definitivamente? ¿O mientras tanto, continuará abriéndose para los indocumentados y República Dominicana seguirá en peligro de extinción?

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