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Opinión

EN RELEVO

Un buen embajador

Recientemente presentó cartas credenciales como embajador de Colombia el general Mario Montoya, quien comandó las operaciones de rescate de Ingrid Betancourt y otros 14 rehenes liberados en junio del año pasado de manos de las FARC. Y aunque el general Montoya se vio precisado a retirarse de la jefatura del Ejército como consecuencia de lo que en Colombia se conoce como el escándalo de los “Falsos Positivos”, un caso de violación de derechos humanos en el que se involucra a las Fuerzas Armadas en el asesinato de civiles que hacían pasar como guerrilleros, es bueno precisar que el asunto no le tocó directamente, sino a algunos de sus subalternos. Nacido en el Valle del Cauca en 1949, pasó 39 años al servicio del Ejército Colombiano donde ocupó posiciones importantes en todos los niveles; fue jefe de operación del Caribe, Jefe de Inteligencia Militar y llegó a ocupar la jefatura del Ejército, desde donde se retiró. Así mismo recibió múltiples medallas y reconocimientos, tanto de su país como de países aliados a Colombia en la lucha contra las drogas, la guerrilla, el narcoterrorismo, y la narco-guerrilla. Este es un hombre comprometido con la paz y la libertad de su pueblo, y así lo demostró al abrazar y convertirse en un hombre fundamental en la aplicación del Plan de Seguridad Democrática del Presidente Álvaro Uribe. La prestancia de Montoya demuestra la importancia que su gobierno otorga a las relaciones con el país, y de ahí que sea previsible la colaboración del nuevo embajador con la finalidad de estrechar aún más los vínculos que unen las dos naciones, pero además, gracias a su connotada participación en los conflictos bélicos que afectan su tierra, Montoya también está en capacidad de fomentar e impulsar las relaciones interinstitucionales y la cooperación entre las fuerzas armadas dominicanas y las colombianas, en materia de defensa, de frontera y de lucha contra el narcotráfico. Habrá quienes denuncien que se sienten amenazados e indignados por su presencia en el país, pero sólo serán aquellos que, ya sea por delirio de persecución o porque apoyan a las guerrillas narcotraficantes y terroristas de Colombia, no les agrada la presencia en el país de un hombre que puede haber cometido errores, pero que ha servido con rectitud e hidalguía a las mejores causas de su pueblo, enfrentando a los bandidos que por 60 años les han robado la paz a los colombianos.

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