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Opinión

BIBLIOMANIA

Mecenazgo para la literatura deportiva

Francisco ComarazamySanto Domingo

Generalmente las instituciones deportivas, públicas o privadas, son vistas o interpretadas como organizaciones que tienen como actividad fundamental la promoción de competencias, exaltación de valores y fomento de la práctica atlética en sus más variadas manifestaciones. Desde las pequeñas ligas de iniciación, pasando por las federaciones deportivas hasta llegar a los comités olímpicos y los institutos estatales, el objetivo específico es organizar campeonatos, premiar hazañas, promover valores como el juego limpio y mantener a los practicantes alejados de la insalubridad. Desde la antigüedad, la robustez de los hombres fue estimada como sinónimo de salud física y la sanidad mental era el complemento de esa condición corporal, como predicó el poeta romano Juvenal en los primeros siglos de la era cristiana, cuando legó su legendaria frase “mens sana in corpore sano” probablemente en la misma época en que produjo su otra máxima no menos adoptada de “panem et circenses”. Estas ideas de un neófito que apenas jugó pelota de trapo en San Pedro de Macorís harán cosa de 90 años ñlo cual no es paja de coco- me vienen a propósito del mecenazgo asumido por un compueblano de elevada estatura que también nos demuestra alto vuelo de pensamiento con su proceder al auspiciar desde la Secretaría de Deportes, la publicación de libros. Felipe Payano, a quien casi todo el mundo conoce como “Jay”, ha optado por variar el concepto que hasta hace unos años se tenía como misión básica de esa entidad gubernamental, de forma que al lado de su programa de protección de deportistas olímpicos que hasta han alcanzado el rango de millonarios, promueve y estimula la producción de obras escritas en el tema deportivo. Quiero decir con esto que, conjuntamente con la tradicional repartición de útiles deportivos, respaldo económico y técnico a la organización de justas deportivas tanto en el país como a nuestras representaciones en el extranjero, presenciamos un modelo que persigue también cultivar el espíritu mediante la lectura, que es el propósito para el cual se hacen los libros desde la época del “papyrus” de los egipcios. Por vía de alguien muy cercano de ambos me llegan esas noticias en comentarios de sobremesa habituales en mis fines de semana, en los que me pongo al día en muchos hechos y menesteres que escapan a las páginas de los diarios escritos y las noticias de radio y televisión ya que confieso que nunca he puesto mis manos sobre una computadora. En el país son pocos los deportistas biografiados. El fraterno y caballeroso Cuqui Córdova ha hecho algunos esfuerzos “rompiendo brazos” como se dice en el argot popular para publicar algunos opúsculos. Distinto es el caso, por ejemplo, en los Estados Unidos y naciones de Europa donde proliferan obras de todo tamaño y valor relacionadas con sus máximos exponentes en el firmamento deportivo. La iniciativa de Payano, jugador de baloncesto hasta una época relativamente reciente, debe ser aprovechada para dar un giro al desinterés de los escritores nuestros a incursionar en un campo tan fértil y tan interesante como el de los deportes. Cuantas experiencias, que rico anecdotario nos hemos perdido durante tantos años, aunque nunca es tarde para comenzar o enderezar el camino.

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