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PANCARTA

No se puede tapar el país con una cumbre

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Raúl Pérez PeñaSanto Domingo

Hace largos meses el título de una Pancarta decía que las burlas son peores que las drogas pese a que el consumo y la comercialización voluminosa de esa sustancia lacerante ha llegado a niveles alarmantes. Ya la ciudadanía venía transitando un via crucis de burlas que apuntaban a la confusión en la opinión pública mediante un vaciado a chorro y por aspersión de productos como la fraudulenta austeridad (la más grandes de todas las mentiras). Entre esta y otras especies vino el chiste de la “economía blindada” provocador de risa en el auditorio, mientras sus creadores, sin inmutarse, promovieron la viruta a los cuatro vientos mediante su aparataje mediático. Como final previsible de toda gran mentira, el montaje de la “economía blindada” colapsó sin gloria para dar paso al llamamiento de “unirnos ante la crisis mundial”, otra coartada o estratagema confusionista que partía de la pretensión de arriar al mismo escenario a víctimas y victimarios. Obviamente la espuma de la cumbre subió más que el chocolate y allí convergieron unos ingenuos, contentos, y otros contestes de que de allí no saldría nada concreto en términos de soluciones efectivas para los más acuciantes problemas de los dominicanos. No faltaron los “contestarios” recibidos con la expresión buscada: “Usted nos honra con su asistencia”. Tampoco faltaron los que encontraron, a dientes pelados, un seco y simple: “Gracias por venir”. La cumbre siguió su vertiginoso curso entre escoltas y franqueadores, que por un momento llegaron a copiar aquella expresión de Frank Kranwinkel: “Oigan la buuuulla”. Entre tanto, como el drama ni los escándalos son intermitentes, revientan de nuevo las travesías marinas de indocumentados, el torpedo de Puerto Plata con el involucramiento de estrellados, la conjura de decenas de diputados, el destape de los medicamentos falsificados, la “limpieza” de las FFAA, más oficiales de la Marina en operaciones delictivas, las muertes por el caso Paya, los cinco fusilados en el Parque Mirador, investigaciones en la DNCD y en el Ministerio Público, nuevos encaminados a la extradición por el “Quirinazo”. Estas y otras señales dicen que llegamos al Nueva York Chiquito. El panorama arde a tal grado que la Iglesia Católica ha pegado el grito al cielo. En fin, el país no se puede tapar con una cumbre.

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