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DOMINICANEANDO

La cumbre de todas las cumbres

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José Miguel Soto JiménezSanto Domingo

Todos los espacios de diálogo y discusión son buenos. La democracia y la gobernabilidad se basan en cosas que en apariencia, en la mente popular parecen que no sirven para nada. Hay sinsabores en la memoria de la colectividad de esfuerzos inútiles, que no se tradujeron en nada, sólo en la experiencia del caramelo que se “pega” en el “cielo de la boca” hasta deshacerse en el olvido “melcochoso”. Naturalmente, estos espacios sirven para justificar los orígenes históricos de la figura del Estado, que nacido del conflicto, para ser “árbitro de las clases”, concilia a la luz de las leyes, las contradicciones y las pugnas de intereses en la sociedad. En estos diálogos se ponen de manifiesto el accionar de los partidos y organizaciones políticas, que cuando están fuera del poder, deben ser cursos de opinión que representan la voz de sectores importantes de la población para acusar desaciertos y malas políticas de los que mandan. La inutilidad del recurso reside a veces en que a algunos opositores no les conviene por razones electoreras o de otra índole, que estas sean corregidas, o la sospecha de que el gobierno no tenga realmente la intención de corregirlas. Sirven estos espacios también para que las organizaciones de la llamada “Sociedad Civil” se expresen y puedan articular sus propuestas en defensa de los intereses de los diversos componentes de la colectividad, echandole de paso en cara, con su presencia, a las autoridades, su ineficiencia que posibilita su propia razón de ser. Tribuna para los segmentos e individualidades profesionales y técnicas. Para las élites intelectuales y empresariales. Políticos, tribunos, hombres públicos, dirigentes, organizaciones que entran en el debate. Hacer vida pública, cobrar notoriedad, o simplemente, chance, para los que quieren servir al país, aporten ideas para solucionar los problemas de la nación. Manjar exquisito para los medios de comunicación que hacen su trabajo. Golosina para los inquisidores. Blanco para los arqueros de Partos y los francotiradores. El problema reside en que estas cumbres ponen de manifiesto la fragilidad de nuestras instituciones y sus grandes crisis, ya que estos espacios están instaurados de forma legal en los tres poderes del Estado, o en las vías convencionales de la democracia. Estos cenáculos existen de manera regular en la vida política de la nación. Aparte de que no es verdad que lo que se debate y se conoce en las cumbres, no es hartamente conocido, debatido, y propuesto diariamente, por los organismos del Estado, los gremios, las asociaciones, los sindicatos, las universidades, los partidos, los movimientos y las fundaciones. Por los que hacen opinión, los periodistas, los comunicadores, los académicos, los estudiosos, los curiosos o simplemente, por el ciudadano que se queja, sugiere, denuncia, exige o reclama. El problema de la Cumbre reside en que el Estado tiene menguada su naturaleza reguladora y hay poco que esperar efectivamente, cuando la beligerancia de los poderes facticos campea a sus anchas, imponiendo su voluntad exactamente, cuando la sordera del poder se manifiesta en la indolencia de algunos funcionarios, o algunos grupos o personas minoritarias, pretenden ganar una legitimidad que no se atreven a ganarse de otra manera. En esos casos, estos esfuerzos se convierten en una feria donde se exhibe el particularismo y por otro lado, lo bueno de la Cumbre es que viene a ser un reconocimiento habilidoso del gobierno de que sí hay problemas con la gobernabilidad. El informe del PNUD, una verdadera radiografía de la situación, debiera ser la partitura de la Cumbre, mostrando nuestra amarga realidad, que denuncia en casi todos los casos, falta de voluntad política para resolver los problemas, ya sea porque la misma está hipotecada por ese clientelismo nuestro de cada día, o por esos intereses que han secuestrado la buena intención de los políticos. La Cumbre como artificio oportuno de la gobernabilidad reclamada, que debemos apuntalar para bien de la democracia, ha sido magistralmente publicitada. Una jugada política bien concebida, planificada y ejecutada. El presidente Fernández, buen estratega, maneja los tiempos y el silencio. Cuando no tiene espacio de maniobra los gana habilidosamente. Como boxeador, no como “basquetbolista”, se sabe salir de las cuerdas. Buen comunicador, tiene conciencia interesada de la historia, y porque no es malo debatir los problemas, compromete formalmente a los sectores en sus propósitos, con una intima convicción que solamente él conoce, y que hace evidente la frase aquella de un amigo, de que el Presidente subestimado, y sin opositores de cuidado, “se va a morir, como todos, pero de éxito”. V República, cortés y formalmente invitada a la Cumbre, agradece la deferencia que por razones atendibles no puede deferir. Decentemente, tal y como entendemos la política, nos excusamos, creyendo que son oportunas y valederas la mayoría de las propuestas vertidas en esa convocatoria. Resumimos que, seguridad ciudadana, salud, energía, educación y empleo deben ser las prioridades del esfuerzo. La producción nacional debe ser una política prioritaria del Estado. Todo esto lo sabe el gobierno. Ojalá la Cumbre sirva para ser el punto de partida para terminar lo mejor posible con esta fuñida IV República descojimbrada. Que lo acordado se cumpla y los problemas se resuelvan para honrar la confianza que depositó el electorado en el gobierno.

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