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Las constructoras de la ciudadanía

Primera Asamblea Nacional de las delegadas de la Acción Feminista Dominicana, en 1932.

Ylonka Nacidith PerdomoSanto Domingo

Magnissit omnim ent parum latur repero ditasperae veritam velliquibus que latempo remolendae is sandae quaeve pis mi, tem vollab ipiciam 135.

El presente y el futuro de la mujer, desde el Siglo de las luces y la proclama de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, opera desde un paradigma único: el tiempo histórico como reconstrucción abstracta de la experiencia de las generaciones, donde leemos fragmentos de vidas, testimonios y una cronología de hechos que configuran paradójicas efemérides políticas, proclamas de derechos, gestas y un credo de emancipación e igualdad, así como de pensamiento propio.

Tejer y destejer los cánones y prolijidad del espacio público en el cual han actuado las mujeres, dejando sus huellas en asuntos de política y gobiernos, requiere de una densa síntesis o de un ideario que legitime con evidencias significativas nuestras heredades y postulados, independientemente del entorno heterogéneo, fragmentado, o bien, dividido por estereotipos o posiciones mitificantes de una cultura de opresión.

Puesto que, las memorias colectivas se mezclan con las ideas para pulsarlas, en las hendiduras casi imperceptibles de la historia. Se puede leer el pasado, no sólo con un sentido de orden, sino también con un sentido de los hechos, de lo heroíco y de la hazaña, que convierte a los hechos en el arma privilegiada de un proyecto de deber y gloria.

La mujer dominicana posee una peculiar manera de percibir las circunstancias históricas, una gran capacidad batalladora como coordenadas de su imaginario y de su orden simbólico femenino, exhibiendo y explicando su plena conciencia de sentirse existencialmente vinculadas las unas a las otras, en especial, porque es ésta una época en la cual hay una urgente necesidad de escuchar a los demás, de captar las realidades, y los matices que expresa la nación.

Derrumbando las concepciones falocéntricas de Occidente, Abigail Mejía (1895-1941), una de las pioneras de la construcción de nuestra ciudadanía, inicia a fines de la década del 20 del siglo pasado, sus intensas campañas de alfabetización para las obreras nocturnas, proporcionándoles orientación para su avance político, social, cultural, económico y laboral.

Posteriormente, en el contenido de su Ideario Feminista (1933), plantea las herramientas para hacer frente al pensamiento coercitivo y misógino, dando cuentas del status de la mujer como un subgrupo social marginado, cuestionando los principios constitucionalistas del naciente estado liberal burgués del siglo XVIII, traspasando al terreno social el concepto de la diferencia de los roles masculino y femenino.

Cuando se inicia el movimiento del sufragismo de vanguardia en la década del 30 del siglo XX en la República Dominicana, las mujeres éramos una mayoría sin oportunidades sociales, sin derecho a hacer críticas públicas, sin incidencia en el gobierno, sin referentes políticos, invisibles, sólo con la responsabilidad de la maternidad.

La Acción Feminista Dominicana (AFD), fundada en 1931, lideró el movimiento feminista durante dos décadas, junto a Las Sufragistas. Fue al decir de Abigail Mejía, la ´primera colectividad femenina que se lanza a la política entre nosotrasª, ya que entendía que ´La mujer, sin derechos no podrá cumplir todos sus deberes. Si hay buenos gobernantes no podrá prestarle su cooperación; si lo hubiere malos, no podría evitar que surgieran ni tratar de que enmendasen desmanes con suaves meditaciones, benéficas sin dudas. Por ello, respecto a la política nacional, nuestro propósito, ya inmediato, debe ser la conquista de nuestros derechos. Es algo que reclama la febril hora presenteª.

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