ENERGÍA ALTERNATIVA
Los biocombustibles, ¿por qué no arrancan?
Pese a tener todas las condiciones -y sobradas necesidades- para la producción de combustibles verdes, República Dominicana llega 30 años tarde a la industria energética del futuro
La República Dominicana gasta tres mil millones de dólares cada año para importar combustibles fósiles derivados del petróleo.
Si se cambiase toda la matriz energética dominicana, que incluye la energía eléctrica, el transporte y las cocinas, al funcionamiento con biocombustibles producidos localmente, el costo económico sería de cinco mil millones de dólares.
La inversión, por tanto, se recuperaría en menos de dos años y el país quedaría con múltiples ventajas: ahorraría las divisas que actualmente pierde en importación de petróleo, generaría empleos en la recolección y producción biocombustiles, beneficiaría al sector agrícola que podría vender sus desperdicios orgánicos, ganaría independencia económica, la energía final saldría más barata para el consumidor y se reduciría el impacto ecológico.
Este es el planteamiento que hace el economista Doroteo Rodríguez, antiguo gerente de Fuentes Alternas de la Comisión Nacional de Energía y actual asesor de Industria y Comercio en materia energética, que viene investigando el potencial de los biocombustibles en la República Dominicana desde 1979, cuando realizó su tesis de maestría sobre el tema.
Los biocombustibles, que son aquellos derivados de materia orgánica, como el etanol, el biodiesel, el biogás o la biomasa, son la energía renovable que puede ofrecer mayores beneficios y confiabilidad al país, según el experto. Rodríguez destaca que las energías solar y eólica son energías secundarias, con las que no se pueden contar sitio del mundo hay viento las veinticuatro horas del día los 365 días del año. El viento fluctúa”, afirma.
Las energías derivadas de la biomasa, en cambio, sí pueden ser energía primaria o potencia firme, como se les llama, ya que se pueden almacenar y estar disponibles en cualquier momento.
“Ahora, la idea de potencia firme y de confiabilidad nunca es absoluta ni infinita”, advierte Rodríguez e imagina el escenario de una crisis mundial en que no lleguen barcos de petróleo a la República Dominicana. La economía se paralizaría completamente y el resultado sería catastrófico.
“Tan sólo por razones estratégicas, no podemos ser tan dependientes del petróleo como lo somos ahora”, concluye.
Aunque con 30 años de retraso, en su opinión, los empresarios y funcionarios públicos empiezan a comprender la situación.
Desde mayo de 2007, cuando se aprobó la Ley de Incentivo a las Energías Renovables, empresas privadas y estatales han anunciado múltiples inversiones para la producción de biocombustibles.
El director de Energía No Convencional de Industria y Comercio, Salvador Rivas, menciona algunos de los proyectos que se están desarrollando: el uso de la palma africana y de otras oleaginosas para producir biodiesel, la utilización de biomasa para la producción de biogás y el uso de aceites para la producción de energía en los campos.
“Son proyectos sumamente interesantes, pero que están en fase de elaboración y planificación. Ya se están haciendo, pero en fase experimental”, afirma.
Algunos se preguntan por qué los proyectos e inversiones a gran escala no terminan de arrancar. Los obstáculos son muchos y variados, responde el economista Rodríguez.
“Las energías fósiles tienen una posición dominante en el mercado, pero también en la ideología del mundo académico y científico. La mayoría de los técnicos no fueron preparados en esa área, por lo que su primera reacción es subestimar el potencial de las renovables”, dice.
“Muchos tienen una imagen de las energías renovables de hace 20 años, cuando no eran tan competitivas como ahora”.
Además de las barreras ideológicas y del mercado, donde las empresas petroleras tienen vínculos muy sólidos y antiguos que dificultan la inserción en la red de distribución a las nuevas empresas, Rodríguez señala otros aspectos que afectan a los inversionistas: los frecuentes problemas de tenencia de la tierra en el país y la dificultad de lograr un paquete tecnológico viable.
El paquete tecnológico se refiere al ensamblaje necesario entre la parte agrícola, que produciría el tipo de cultivo necesario, y la parte industrial, que procesaría los cultivos para la producción del biocombustible.
Haber desarrollado con éxito esa combinación es lo que ha dado a Brasil un sitial privilegiado en la producción de etanol. El país suramericano es el segundo productor mundial del llamado combustible ecológico y junto con Estados Unidos poseen el 70 por ciento de toda la producción mundial.
Según el Ministerio de Energía de Brasil, de los 16,700 millones de litros que producen anualmente, pretenden alcanzar 23,300 millones de litros en los próximos cuatro años.
En el caso dominicano, “la agroindustria de la energía es el nicho de mercado más desafiante y más promisorio que tiene este país”, asegura Rodríguez, y agrega que es la mayor oportunidad que el mundo ha tenido de combatir la pobreza rural.
“Pudiéramos sustituir un bien que en el mundo entero se traga 90 millones de barriles diarios por productos hechos en las zonas rurales”.
¿Una panacea? “Si se manejan con políticas acertadas y con seriedad, sí lo son, pero no es tan fácil”, responde.
RENOVABLES, UN ABANICO MUY AMPLIO
Mientras los combustibles fósiles y tradicionales son básicamente cuatro: el carbón, el petróleo, el gas natural y el gas licuado de petróleo (GLP), las energías renovables constituyen un abanico más amplio que incluye la energía del sol, del viento, del océano y la biomasa.
Esta última se divide a su vez en tres tipos de fuentes energéticas:
1. Biocombustibles: son combustibles líquidos extraídos a partir de aceites vegetales o celulosa, los más comunes son el etanol y el biodiesel.
2. Biomasa sólida: consiste en la quema de material orgánico y permite el aprovechamiento de desperdicios agrícolas como la paja de arroz, el barbojo de la caña, las jícaras de coco, los tallos y hojas de yuca, plátano o cualquier otra.
3. Biogás: es un combustible gaseoso producido a partir de desechos orgánicos. Para cada una de estas opciones existen diferentes tecnologías de procesamiento y producción que pueden hacer variar el monto de la inversión y el rendimiento energético.
ALGUNOS PROYECTOS EN REPÚBLICA DOMINICANA
A finales del 2007, varias instituciones habían presentado proyectos para la producción de biocombustibles a la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Recursos Naturales. Entre esos proyectos destacan el de generación de biomasa y producción de etanol de Forbes Energy Dominicana; un proyecto de Ammadol para la producción de etanol a partir de la siembra de remolacha; otro del IDDI para la producción de biodiesel y la generación con biomasaa y un proyecto para el aprovechamiento de porquinaza de Clean Energy Dominicana.
La Asociación de Porcicultores de Licey (APORLI) aprovecharía la porquinaza para producir abono orgánico y energía limpia. Induspalma Dominicana, una agroindustria que se dedica al cultivo y procesamiento de la palma africana desde 1980, presentó un proyecto que contempla la captura de metano para la generación eléctrica.
Otros proyectos de biogás fueron presentados por el Ayuntamiento Santo Domingo Norte y la Cámara de Comercio de San José de Ocoa.
PIONEROS EN EL BIODIESEL LOCAL
Una de las pocas empresas que ya operan a nivel comercial, aunque a pequeña escala, es Eco Green Dominicana, que produce y vende entre 11 y 15 mil galones mensuales de biodiesel a partir de aceite usado, según afirma su presidente, Wilkie Díaz Mejía. Cada galón se vende cerca de 10 pesos más baratos que el diesel regular y ofrece, además, algunas ventajas.
“El rendimiento aumenta entre 15 y 20 por ciento con el biodiesel, se reduce la contaminación y se limpia el motor”, asegura Díaz.
Los creadores de Eco GreenDominicana, Díaz, Erik Penson y César Penson, esperan aumentar su producción en un futuro a 50 ó 80 mil galones mensuales.
Señalan que para usar biodiesel no es preciso hacer ningún tipo de conversión ni adaptación en los motores que utilizan diesel regular. Esta iniciativa, que surgió hace dos años, podría considerarse un ejemplo de la viabilidad de producir biodiesel.
Según el actual gerente de Fuentes Alternas de la Comisión Nacional de Energía, Onil Abreu, otros proyectos de biocombustibles de mayor envergadura arrancarán una vez se apruebe el reglamento de la Ley de Incentivo a las Energías Renovables.
“Durante la Semana Internacional de la Energía esperamos que el Presidente firme ya el Reglamento”, declara. La Semana Internacional de Energía se celebra a partir del lunes 14 de enero.