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Marta, a mi también me falló la intuición

De Cerca

Celeste Pérez.

Celeste Pérez.Víctor Ramírez/LD

Es curioso cómo, en ocasiones, nos sentimos tan seguros de nuestra capacidad para “leer” a las personas que nos rodean, que confiamos plenamente en quienes creemos conocer. Sin embargo, la vida, con su peculiar sentido del humor, nos da lecciones contundentes al descubrirnos las verdaderas intenciones de aquellos que aparentaban ser sinceros. Es aquí donde nuestra intuición, esa brújula que consideramos infalible, puede fallar.

En un reciente artículo de mi amiga y colega Marta Quéliz, publicado en su columna de este diario, 'Fábulas en Alta Voz', ella se plantea precisamente esta idea. Quéliz señala que “a veces nos falla la intuición" y nos lleva a cuestionarnos por qué nos dejamos engañar por las apariencias. La respuesta, aunque compleja, radica en nuestra humanidad: queremos creer en lo mejor de las personas, incluso cuando hay señales de alerta que decidimos ignorar.

Confieso que he vivido recientemente este tipo de experiencias, y seguramente tú también. Cuando confías en alguien, esperando reciprocidad, y descubres hipocresía, la decepción no solo afecta la relación, sino que también sacude tu confianza en tu propio juicio. Sin embargo, he aprendido que estas experiencias, aunque dolorosas, nos invitan a ser más reflexivos y, sobre todo, a centrarnos en quienes realmente merecen nuestra energía.

El filósofo estadounidense Ralph Waldo Emerson decía en una de sus citas más célebre: “No puedes hacer una buena acción demasiado pronto, porque nunca sabes cuándo será demasiado tarde”. Esta frase resuena en mí, porque creo que lo verdaderamente valioso en la vida es ser auténticos, y alegrarnos genuinamente por los logros de los demás. La autenticidad se refleja en nuestras palabras, y también en cómo celebramos las victorias ajenas sin envidia, cómo ofrecemos apoyo a quienes nos necesitan y cómo somos capaces de amar desde la verdad.

En este 2024 me falló la intuición muchas veces. Cuando aposté a personas cercanas para luego descubrir había hipocresía en sus respuestas; cuando asumí el rol de mentora para tratar de impulsar el talento de gente que me traicionaba a mis espaldas; cuando me atreví a pensar que podía contar con quienes no desaprovecharon una oportunidad para clavar una estocada. Y si, me falló la intuición cuando ofrecí respaldo, lealtad y cariño a quienes no lo merecían.

Estamos a pocas horas de recibir el 2025, un momento perfecto para hacer un alto y reflexionar sobre a quiénes elegir para que nos acompañen en esta nueva travesía. 

Te invito a recibir este nuevo año con un corazón más humano, siendo realmente sinceros y viviendo con la promesa firme de actuar sin dañar a los demás. 

Que nuestra meta principal sea construir relaciones auténticas, basadas en la confianza, la empatía y la bondad. Si logramos esto, ya estamos ganando.

Al final, lo único que perdura no son las palabras, sino las acciones que nacen desde un alma íntegra. La hipocresía puede confundirnos temporalmente, pero la verdad siempre prevalece. Hagamos del 2025 un año donde la sinceridad sea nuestra bandera. Un año para ser menos seres vivos y mucho más seres humanos.

¡Hasta el lunes!

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