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¡Seamos siempre la mujer que queremos ser!

Crónica Ligera

Ana Mercy Otáñez

Ana Mercy Otáñez

En una sociedad que constantemente nos dice quién deberíamos ser, qué deberíamos hacer y cómo debemos actuar, ser auténticas y fieles a nosotras mismas es un acto de valentía y empoderamiento saludable. Ser “la mujer que nos dé la gana de ser” es, ante todo, una declaración de independencia, una afirmación de que cada mujer tiene el derecho de construir su vida bajo sus propias reglas, dejando atrás el peso de las expectativas externas y los patrones impuestos.

Muchas mujeres crecen en un sistema de exigencias donde les imponen roles, comportamientos y aspiraciones. Se nos enseña a cuidar, a complacer, a encajar, pero poco se nos anima a explorar quiénes realmente somos, qué queremos o qué soñamos. Sin embargo, pertenezco al grupo de mujeres que ha desafiado todas las normas, tomando el control de mi vida y reescribiendo mi concepto de feminidad, lejos de los estereotipos y muy cerca de mi esencia.

Ser la mujer que nos dé la gana de ser no significa desatender nuestras responsabilidades; significa reconocer que podemos asumir roles diversos sin perder nuestra esencia. Es ser profesionales y madres, si así lo deseamos, o tal vez enfocarnos en nuestra carrera y desarrollo personal si esa es nuestra prioridad. Ser la mujer que deseamos también implica escuchar y respetar nuestras propias necesidades: dejar de disculparnos por nuestros deseos, por las veces en que priorizamos nuestra paz o nuestra felicidad por encima de las demandas sociales.

Hoy, más que nunca, vemos mujeres que no temen seguir su propio camino. Algunas se reinventan a los 40, otras a los 50 y más, demostrando que nunca es tarde para ser una misma. Desde emprendedoras que construyen sus propias empresas hasta artistas, deportistas y mujeres que deciden vivir en sus propios términos, cada una de ellas demuestra que el poder de vivir desde el deseo personal es transformador.

Este camino no siempre es fácil. Requiere valentía para afrontar las críticas y determinación para mantener el rumbo en medio de las dudas. Nos exige seguir adelante, incluso cuando el entorno no siempre comprende nuestras decisiones. Pero, a pesar de los desafíos, el resultado es una vida llena de satisfacción.

Hoy, cada mujer tiene el poder de decidir y desafiar cualquier barrera que intente limitar su naturaleza. Ser la mujer que nos dé la gana de ser es una afirmación de libertad, no de libertinaje. Es una invitación a vivir en sintonía con nuestra alma, guiándonos por la fuerza interior que nos conecta con nuestra grandeza.

Les invitamos a que celebremos a cada mujer que sigue su propio camino y recordemos siempre que podemos ser la mujer que nos dé la gana de ser.

¡Con Dios!

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