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¡Entre sabores y emociones!, así fue la jornada del concurso de Bacalao Noruego 2024

De Cerca

Celeste Pérez.Víctor Ramírez/LD

Formar parte del jurado del Concurso Gastronómico Bacalao Noruego 2024 ha sido una experiencia enriquecedora y profundamente inspiradora. Este certamen, organizado por el Consejo de Productos del Mar de Noruega, reunió a 10 universidades y academias, en una vibrante competencia que destacó el talento culinario emergente de nuestro país. En cada plato presentado, los estudiantes demostraron que la creatividad, el respeto por los ingredientes y la pasión por la gastronomía pueden transformar lo tradicional en innovador, todo a través del uso del Bacalao Noruego como elemento central.

Los equipos de la UASD, O&M, Pucmm, Unicaribe, Unphu, Utesa, UCSD, Unapec, el Instituto Superior Mariano Moreno y el Instituto Técnico Superior Comunitario, se adentraron en un viaje culinario donde las técnicas especializadas y las recetas innovadoras convergieron en un escenario lleno de energía y dedicación. Y cada uno de ellos se enfrentó al desafío de reinterpretar un producto tradicional como el Bacalao Noruego para presentar una receta que lograra convencer al jurado de que era la mejor opción.

Disfruté ver la manera en que estos jóvenes, a pesar de estar aún en formación, mostraron una madurez técnica y creativa que los chefs experimentados, Jacqueline Henriquez, Enmanuel Santos y Edgar Severino, aplaudieron.

El primer lugar, merecidamente, fue otorgado a la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (Pucmm). Su propuesta no solo fue innovadora, sino que logró elevar los sabores del bacalao a una experiencia gastronómica de alto nivel, sin perder de vista la esencia del ingrediente. El equipo de la Universidad del Caribe (Unicaribe), que se alzó con el segundo lugar, demostró una habilidad técnica extraordinaria, mientras que el Instituto Técnico Superior Comunitario, que ocupó el tercer puesto, destacó por su precisión y dedicación en cada detalle de su plato.

Lo que más me conmovió en esta competencia fue la pasión con la que cada equipo trabajó, reflejando un compromiso no solo con la cocina, sino con la posibilidad de transformar la gastronomía dominicana y hacerla relevante a nivel internacional. Ver a jóvenes asumir con tanta seriedad este reto me llena de esperanza sobre el futuro de nuestra gastronomía. Este certamen fue también un recordatorio de que la cocina no es solo técnica o receta, es un arte que se nutre del corazón y la dedicación de quienes la practican.

Uno de los momentos más emotivos de la jornada fue, sin duda, ver al equipo ganador de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra llorar de alegría tras recibir el primer lugar. Fue un instante que capturó la esencia de lo que este concurso representa: esfuerzo, dedicación y pasión por la gastronomía. Verlos abrazarse entre lágrimas y sonrisas nos recordó a todos los presentes el poder transformador de perseguir un sueño y alcanzarlo con trabajo arduo.

Estoy convencida de que los nombres de estos estudiantes serán mencionados en los años venideros como referentes de la alta cocina, y me siento honrada de haber sido testigo de este primer gran paso en sus carreras.

Que este concurso sea una fuente de motivación para todos aquellos que, como ellos, sueñan con transformar ingredientes cotidianos en experiencias inolvidables. ¡El futuro de la gastronomía está en manos talentosas y creativas!

¡Nos vemos el próximo año, con nuevas ideas y recetas que sigan poniendo en alto nuestra gastronomía!

¡Hasta el lunes!

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