Las Sociales

¡Corre Marileidy, corre…!

De cerca

Celeste Pérez.Víctor Ramírez/LD

Cuando pienso en Marileidy Paulino me lleno de orgullo y admiración. Su historia es la representación más pura de lo que significa ser dominicano: una mezcla de perseverancia, fe inquebrantable y una fortaleza que trasciende las dificultades.

Desde que era solo una niña en Nizao, Marileidy soñaba con correr, con desafiar los límites de su cuerpo y alcanzar metas que parecían inalcanzables. Conocida ahora como la “gacela de Nizao”, ha llevado su talento y su dedicación más allá de lo que muchos imaginaban posible, y desde París nos regala su tercera medalla olímpica, una medalla de oro en los 400 metros planos que brilla no solo por su valor, sino por lo que representa para todos nosotros. Este logro no es solo suyo. Es de toda la República Dominicana, un país que ha seguido cada una de sus zancadas, que ha vibrado con cada paso que daba en la pista y que ha derramado lágrimas de alegría cuando la vimos cruzar la meta. ¡Corre Marileidy, corre…! era el coro nacional mientras seguíamos de cerca su hazaña.

Marileidy escribió su nombre en la historia del deporte nacional e internacional; ha enseñado a toda una generación de jóvenes dominicanos que no hay sueño demasiado grande si se acompaña de trabajo duro y fe en Dios. Su camino no ha sido fácil. Viene de un origen humilde, pero nunca permitió que eso definiera sus posibilidades. Se entrenó cada día con una tenacidad que solo puede venir de alguien que tiene claro su propósito. No teme a los obstáculos, porque sabe que la verdadera carrera no se corre en la pista, sino en el corazón. Y para mí, como para todos los dominicanos, su rostro es un símbolo de lo que podemos lograr cuando nos mantenemos fieles a nuestras raíces, cuando ponemos a Dios en primer lugar y cuando nos levantamos cada día con la determinación de ser mejores.

Al verla en lo más alto del podio, siento que todos nos hemos elevado un poco más. Con ella hemos aprendido a que cada quien tiene que correr su propia carrera, a desafiar sus propios límites y a soñar en grande. Marileidy nos ha demostrado que, con valentía y esfuerzo, podemos alcanzar cualquier meta. Su éxito es un testimonio del resultado del talento natural y la determinación cuando se entrelazan con los valores familiares.

Marileidy Paulino eres una campeona en la pista, inspiración para todos. Has demostrado que el éxito no es una cuestión de suerte, sino de esfuerzo, constancia y una fe inquebrantable en uno mismo. A través de su historia, Marileidy nos enseña que no importa de dónde vengas, sino a dónde te diriges, y  desde Nizao hasta la cima del podio olímpico ha demostrado que los sueños grandes se construyen con pequeños pasos diarios, con sacrificios y con una visión clara del futuro.

¡Qué orgullosos estamos de ti Marileidy!, no te detengas… corre que tienes mucho por conquistar.

¡Hasta el lunes!

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