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Crónica Ligera

El miedo: enemigo del desarrollo humano

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Ana Mercy OtáñezSanto Domingo

Hay decenas de factores que inciden en que desarrollemos antes determinadas situaciones una emoción natural que de una u otra manera todos experimentamos, el miedo. Sin embargo, este puede ser útil en ciertas situaciones para mantenernos a salvo, pero cuando se vuelve excesivo o irracional, puede afectar negativamente nuestra calidad de vida.

Lo propio ocurre cuando este se convierte en un obstáculo para el crecimiento personal, lo que lo convierte en un peligroso enemigo, que nos atrofia y nos estanca, deteniéndonos en la toma de decisiones importantes y limitarnos en lo que podemos lograr.

El miedo es una sensación que puede manifestarse de muchas formas diferentes. Puede ser miedo a fallar, a ser juzgado, a la incertidumbre, a lo desconocido, y a muchas otras cosas más. El temor puede surgir de experiencias pasadas o de la falta de confianza en nosotros mismos. Sin embargo, independientemente de donde venga, el miedo es paralizante.

Sus manifestaciones

Con frecuencia el miedo aparece en forma de indecisión, lo que nos produce estancamiento y nos hace quedarnos en el mismo lugar, postergando acciones firmes y congruentes que nos conducen a la realización de un proyecto por temor a cometer un error o enfrentar consecuencias negativas. Al no tomar decisiones, perdemos la oportunidad de avanzar y crecer personalmente y profesionalmente.

El miedo es enemigo del crecimiento personal, es una sensación extraña que nos presiona el alma y nos achica el corazón, frustrando toda iniciativa o creatividad que nos conduzca a alcanzar nuestro verdadero potencial.

Si no tomamos riesgos y no nos desafiamos a nosotros mismos, no podemos lograr nuestros sueños ni desarrollarnos al más alto nivel al que aspiramos.

Recomendaciones

Para superar el miedo y convertirlo en un aliado de nuestra evolución personal, debemos tener en cuenta estas acciones: lo primero es reconocer que tenemos miedo, con la intención de comprender de dónde viene. Identificar la fuente de nuestra intranquilidad puede ayudarnos a trabajarlo y superarlo. No posponer la toma de decisiones importantes, a veces, tomar una decisión incorrecta es mejor que no tomar ninguna en absoluto, si nos equivocamos y cometemos un error, aprenderemos a tomar mejores decisiones en el futuro.

Arriesgarnos y establecer metas desafiantes, en lugar de limitarnos a acciones pequeñas y seguras, desafiándonos a nosotros mismos, fijándonos objetivos que nos reten, nos conducirá a la meta de la forma correcta. Aprende de nuestros errores, no evitando situaciones por temor a fallar, continuando y abrazando el proceso de aprendizaje, si nos equivocamos, detenernos y analiza los factores que incidieron e inténtalo de nuevo. ¿Sientes miedo? Respira profundamente y continúa…

¡Con Dios!

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