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La mantilla, su origen y uso

En esta semana estamos en la conmemoración de la semana de mayor tradición en del mundo cristiano: La Semana Santa. Una semana de tradiciones, donde se realizan distintas manifestaciones y expresiones de fe.

Dentro de estas tradiciones encontramos toda una agenda de procesiones religiosas y celebraciones eucarísticas realizadas en un período de ocho días que comienza con el Domingo de Ramos y culmina con el Domingo de Resurrección, siendo la última semana de la cuaresma.

Los códigos de vestimenta en estas conmemoraciones deben de ser de respeto solemne por tan alta manifestación, llevando con prudencia la moda con sus formas y colores dentro de nuestro estilo personal, logrando lo correcto dentro del sentido común.

Recuerdo una elegante indumentaria femenina, muy de moda en esta importante fecha: ¨la mantilla¨. Popularizada en muchos países de anexión a España, o de familias que descendemos de españoles.

Hoy día encontramos su elegante uso femenino, mayormente en España. Casi de forma exclusiva, en los toros, la Semana Santa y en las bodas. Llevada en países de tradición católica, por las damas de alta sociedad, o en los actos protocolares en relación con las ceremonias del Papa. No es usual verla en otros eventos o ceremonias.

Llevada por nuestras abuelas, al igual que las damas de la familia, alguna vez mi madre y sus hermanas en ocasiones religiosas especiales, mostrando el respeto de la fe, como la elegancia del vestir en el uso de ¨las mantillas¨.

Su origen, aunque se registra en la época medieval de la Península Ibérica, no es del todo preciso. Se cree que los primeros velos y mantos eran utilizados, más bien como abrigo, por los procesos climáticos. En la zona norte se usaban tejidos tupidos.

En la zona sur, tejidos como la seda. En ambos casos, se lucían en ocasiones señaladas, sencillamente adornadas, las de "diario", usada entre los comunes, sin la peineta.

Es al inicio del siglo XVII y XVIII que se desarrolla su gran acogida, siendo pieza principal del vestir femenino de la clase alta. Cambiando sus texturas a variados y finos encajes.

Registra la historia de la moda española, como su momento cumbre la época de la reina Isabel II (1833-1868), aficionada a su uso junto a las diademas reales, costumbre adoptada por las damas más cercanas. Cortesanas y de altos estratos sociales, quienes la utilizaban dándole un aire distinguido, tal y como la hemos visto en las pinturas de esa época.

En mis recuerdos las damas de la familia siempre tomaban cuidado en el largo y textura. La parte delantera, hasta la altura de las manos, y por la parte trasera, unas pulgadas por debajo de la cadera. Para evitar el "vuelo" se sujeta al vestido de forma discreta (generalmente por los hombros o puños de mangas).

Su tejido siempre hablará del estatus y del buen gusto de la dama. Entre las texturas utilizadas están la Blonda, y el Chantillí como los más costosos y preferidos. El Tul, es el más "corriente" utilizado a modo de imitación.

En Latinoamérica el uso de la Mantilla no lleva la peineta. Las peinetas, utilizadas por las damas españolas, también dejan ver su estatus y se encuentran variados diseños en diferentes estilos y materiales, siendo las preferidas, las de carey.

Algunas novias prefieren una mantilla al tradicional y largo velo. La mismas son permitidas si la boda es durante el día. No se deben vestir con un traje corto, aunque se ha permitido con un traje de cóctel por debajo de la rodilla.

Si la boda es por la tarde-noche, la misma se llevará con traje largo. Hay que tener en cuenta que solo se viste en ceremonias religiosas (si la boda es civil, lo mejor es no usar la mantilla).

Los colores de la mantilla, según marca la tradición: blanca o marfil, para las solteras, y la mantilla negra, reservada para las casadas (aunque como muchas otras costumbres o tradiciones, no es muy tomada en cuenta).

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