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CRÓNICA LIGERA

No todos sufrimos igual

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Ana Mercy OtáñezSanto Domingo

Cada persona es única y tiene su propia forma de percibir y enfrentar el sufrimiento. Este se manifiesta de acuerdo a las circunstancias y vivencias de cada persona, por lo que no todos sufrimos del mismo modo.

Es una experiencia individual. Algunas personas pueden ser más resistentes al dolor físico y emocional, mientras que otras pueden ser más sensibles.

Hay quienes encuentran la forma efectiva de lidiar con el dolor, mientras que otros podemos tener serias dificultades para manejarlo. El sufrimiento es una parte inevitable de la vida, pero también es posible encontrar herramientas que nos ayuden hacerle frente y superarlo.

En lugar de juzgarnos o compararnos, es mejor enfocarnos en nuestras propias necesidades emocionales o físicas que se convierten en la causa de nuestro padecimiento, buscar apoyo y los recursos necesarios que nos ayuden a enfrentar la dolencia de la manera que mejor funcione para nosotros.

Las creencias, las tradiciones y las diferencias culturales pueden influir en cómo se experimenta el dolor y en cómo se espera que las personas lo manifiesten. Recuerdo el comentario de alguien sobre mi dolor al perder a mi madre, ella esperaba que fuera más reservada en lo laboral o al exponerme en las redes sociales.

Pregunté: ¿Sabe ella que tan rota estaba? Nadie conoce las verdaderas emociones ni las luchas internas de otras personas que viven el trastorno de lo que nos atormenta, tampoco la manera en la que gestionamos nuestro sufrimiento. Yo busqué ayuda.

Respeto al dolor ajeno

Debemos aprender el valor individual que tiene cada individuo para aceptar los motivos y las razones de su dolencia. Es importante reconocer la diversidad que existe para manifestar de manera individual lo que se siente o lo que provoca el sufrimiento; lo ideal es que evitemos hacer suposiciones o juzgar a las personas por cómo se comporta, se expresan o enfrenta su dolor.

Lo correcto es que seamos empáticos, brindemos apoyo y los recursos que poseemos para convertirnos en un ente de ayuda con quienes estén viviendo una situación de sufrimiento.

Nuestra mejor acción es ser solidarios, mostrarles las mejores formas de continuar y salir adelante de la manera que sea efectiva para ellos. El respeto al dolor ajeno es una actitud de consideración y compasión que debemos tener hacia la tristeza de otras personas. Esto implica ser conscientes de que todos experimentamos pena y desconsuelo de diferentes formas.

El respeto nace cuando somos conscientes de nuestras acciones y palabras para no causar más dolor. Es importante reconocer que el dolor y el sufrimiento son experiencias individuales y subjetivas, y que cada persona tiene su propio camino para enfrentarlos.

¡Con Dios!

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