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Crónica Ligera

Todos tenemos algo que mejorar

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Ana Mercy OtáñezSanto Domingo

Cuando entendemos que no nacemos perfectos y que la vida es un constante viaje cargado de enseñanzas y aprendizajes, hemos madurado, y esto nos da la sabiduría necesaria para comprender que de una u otra manera, todas las personas tenemos algo que mejorar en nuestra vida, unas veces debemos sanar nuestro ser interior, otra es de formación y conocimiento.

Sin embargo, el proceso más resistente es llegar a esa conclusión, nos cuesta admitirlo y mucho más ponerlo en práctica. En la mayoría de los casos se toma tiempo, porque crecer y desarrollarnos es un trabajo constante, si queremos construir una mejor versión de nosotras mismas y no caer en imitaciones de los distintos prototipos que habitan en la sociedad.

Los cambios o ajustes deben ser significativos, que nos conduzcan a ser íntegros y genuinos. Hagamos pequeñas acciones que agreguen valor real a nuestra forma de ser y de actuar. Creo fielmente que todos tenemos cualidades que nos hacen únicos y talentos singulares que nos distinguen.

Modelar

La idea es aprender de personas y situaciones que por alguna razón se cruzan en nuestras vidas y se convierten en modelo a seguir, son maestros que llegan a nosotros y se convierten en el trampolín que nos ayuda a escalar y a crecer como seres humanos y como profesionales.

Igualmente, las situaciones que vivimos a lo largo de nuestra existencia, nos traen lecciones que nos inducen al cambio que verdaderamente necesitamos. Todos debemos analizarnos, conocer y aceptar los puntos que debemos mejorar y en caso necesario, pedir ayuda, porque lograr transformarnos, nos da satisfacción y paz, ayudándonos a construir la persona en la que nos queremos convertir.

Mi experiencia

Este proceso lleva tiempo, hasta que podamos saborear los frutos de la aceptación y, nos ayuda a descubrir el motor que nos inspira, que nos mueve. Nada más gratificante que actuar con coherencia, ir por la vida con la alegría y la felicidad que nos provoca todo lo aprendido cuando nos aceptamos y nos queremos…

Ahí mueren las lamentaciones, las dudas y las quejas que nos estancan; haciéndonos responsables de nuestro destino, decisiones y viviendo desde nuestras fortalezas… Es fácil entonces levantarnos tras cada caída, de asumir las pérdidas, la tristeza y el llanto; sanamos de corazón, alma y espíritu, porque el verdadero lujo en esta vida está en lo simple, en lo cotidiano y en la colección de momentos mágicos que nos permita disfrutar todo lo que ya tenemos. ¡Todos tenemos algo que mejorar… no es fácil, pero sí gratificante!.

¡Nunca es tarde para vivir mejor!

¡Con Dios!

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