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CRÓNICA LIGERA

“En mi humilde opinión”

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Ana Mercy OtáñezSanto Domingo

¿Cuándo comenzamos a utilizar esta frase para opinar sobre algo, en lo que por lo regular no nos han pedido nuestro parecer? En realidad, no lo sé. Busqué referencias para conocer su origen ya que es muy común, en el argot popular.

Hay muchas versiones, una de ellas es que su mayor uso, está en conversaciones vía la internet, pero a mi parecer, cuando nos dicen: “En mi humilde opinión” la misma, de humilde no tiene nada, ahí pierde esa consideración.

Quienes se agarran de esta frase para expresar su sentir, lo que buscan es detractar determinada forma de pensar ante una situación. En la mayoría de los casos, los juicios suelen ser duros, arrogantes, despectivos, imponentes, altaneros y, entre otras cosas, buscan imponer su criterio.

Las personas que así actúan, por lo regular expresan sus pareceres públicamente, sale de forma natural y hasta espontánea, porque están acostumbradas a denigrar a los demás, se creen perfectos y portadores de la verdad y se expresan de una forma tan suave y ligera que se nos hace difícil entender o admitir, que su verdadera intención es siempre, desmontar el concepto emitido por el emisor.

De humilde no tiene nada...

El término “humilde” pierde su sentido desde que lo utilizamos bajo ese concepto. Cada vez que he tenido un encuentro cercano con la frase, “en mi humilde opinión” he visto que la otra persona me aborda desde el ego, dejando claro en la conversación que expresa su propia opinión, fría, tajante y firme, con la que claramente revela que me juzga y se las ingenia con su forma imponente para acallar mis opiniones, como debe ocurrir en el marco de un buen diálogo.

Es preciso entender que, prácticamente todo es relativo, por tanto, no siempre tenemos la razón, y que cada quien tiene su manera propia de expresarse ante las cosas o situaciones. Los “juicios de valor” no necesariamente nos dan la razón, tampoco es obligatorio exponerlos sin que nos lo pidan.

Lo que pensamos de alguien o algo, debe estar sujeto a la empatía, antes de pasar por el filtro del “ojo crítico” con el que muchos creemos haber nacido. Las opiniones deben ser razonables y tendentes a contribuir con soluciones, jamás con destrucciones.

¿De quienes sale?

Usualmente este tipo de expresión viene de personas irrazonables, inconscientes e inmaduras que ostentan cargos de poder, o de aquellos que buscan imponerse, también de quienes creen que el mundo no evoluciona y su experiencia está por encima de todo criterio humano.

Esta expresión no es más que orgullo disfrazado y revestido de imposición que desprecia abiertamente el criterio ajeno.

¡Con Dios!

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