CRÓNICA LIGERA
¡Nunca es tarde!
Hoy en día, cualquier joven cumple 49 años. En la época de mi madre, esa edad era vejez. Las mujeres de estos tiempos somos ambiciosas profesionalmente, pero, usualmente al asumir el rol de madre, cometemos el error de convertirnos en espectadoras de responsabilidades ajenas y cuidadoras de la vida de otros (esposo, hijos, etc...).
Es el resultado de nuestra crianza. Lo que no aprendimos, lo asumimos en el camino. Nuestra familia influye tanto en nuestro desenvolvimiento, es de ahí que tomamos las más importantes decisiones, que más tarde, definen nuestra personalidad, por lo que muchas veces se nos hace difícil liderar nuestra propia vida sin el peso moral de lo que nos exigen o de lo que nos prohíben. Sin embargo, en mi experiencia personal puedo atestiguar que no hay etapa ni edad para convertirnos en protagonista del espectáculo de nuestra vida.
¿Por qué algunas pueden?
A muchas mujeres de todas las generaciones se les hace complicado arrancar con sus planes de vida. Las excusas, el miedo y los pretextos dominan sus iniciativas para conjugar sus sueños con sus roles. Se hacen dependientes de otros para vivir, su felicidad se sustenta en el éxito de sus hijos, en los logros de su pareja o en las metas de las familias, otras son “workaholic”.
No es extraño escucharlas decir: “Si mi hijo hace esto…”, “Si mi esposo logra aquello…”, ¡Seré feliz! ¿Y ellas pa´cuando? Se dedican a cuestionarse constantemente todas sus decisiones, enmarcándolas en el proceder, aceptación o planes de todos de los miembros de su familia... Esto explica, por qué algunas sí pueden.
Esas mujeres, asumen el control de sus vidas, tienen sus propios proyectos, manejan sus propios recursos, y sin echar a un lado su rol de madre, dedican tiempo a su relación de pareja, comparten con sus amigas, viajan, meditan, leen y disfrutan de su propia compañía… pero, sobre todo, no viven en una sola dirección, ¡No se cuestionan, no se juzgan… accionan!
¿En qué grupo estás tú?
Tómate el tiempo de hablarte, cuestiónate sobre lo que sientes, lo que crees, lo que te falta por alcanzar, lo que necesitas para dar lo mejor de ti... Vivimos un tiempo repleto de informaciones, orientaciones y oportunidades. Busca la manera de realizar tus sueños y serás feliz en lo simple, aunque no hay una fórmula mágica que permita hacer realidad tus deseos, si los trabajas adecuadamente, sentirás el placer de saborear el trayecto de la materialización que conduce hacia una vida en plenitud, esas son las recompensas que se sienten y se disfrutan en el alma.
¡Con Dios!