Noticias

Crónica Ligera

Heridas: Detonante de la transformación

Ana Mercy OtáñezSanto Domingo

Cada tropiezo es una experiencia que le aporta conocimiento especial a nuestra vida, sin embargo, cuanto más dolorosos son los traspiés más y mejor es el conocimiento que recibimos.

Lamentablemente, aprendemos más del sufrimiento que de las alegrías; del dolor que de los momentos de felicidad; de la ruptura que del propio amor…

Son las heridas y los fracasos los que no llevan a grandes descubrimientos internos y externos, estos nos ayudan a encontrar el camino de crecimiento que nos corresponde individualmente. De ahí el refrán: “Nadie aprende en cabeza ajena”.

Estas vivencias detonan en nuestro interior dejándonos grandes lecciones de vida, muchas veces nos estancan, otras es justamente el impulso que necesitamos para continuar por nuestros propios méritos y esfuerzo. De nada vale reconocer el aprendizaje, sino lo aplicamos en nuestra vida, porque los cambios más revolucionarios de nuestro mundo ocurren a partir de una pena.

Dilema

“La herida es por donde penetra la luz en ti”. Cuando leí esa frase de Rumi lo entendí todo, porque luz es claridad, es brillo y esta puede ser el conector entre nosotros con nuestro deseo de crecer y cambiar, siempre y cuando sepamos verlo desde la óptica del desarrollo personal y no desde el sillón que ocupamos en nuestra cómoda zona de confort o desde la silla donde nos hacemos la víctima.

No importa que tan rotas estemos, el dilema es saber que siempre habrá una oportunidad de salir adelante. Que no nos detenga las ideas que no nos pertenecen, que nada ni nadie nos limite y que seamos nosotras mismas lo que encontremos el valor de lo justo y el camino de la realización, desde adentro hacia afuera.

Metamorfosis

Vivimos en una sociedad en la que todos nos invitan al cambio, (de actitud, pensamientos, de expresiones, etc.), sin embargo, nadie nos habla de transformarnos, porque es un modelo de evolución más profundo que se materializa en nuestra forma de pensar, sentir y actuar.

Muchas de nosotras es a través de las cicatrices del alma que hemos despertado y conectado con el detonante que nos lleva a la transformación, aunque ésta por su naturaleza puede ser lenta, impredecible y muy dolorosa…

¡Fuerza! Basta pensar en las razones que la motivan: Una ruptura, un abandono o un divorcio; un fracaso o la pérdida de un ser querido…? ¡Desde el sufrimiento nacemos de nuevo! Es nuestra responsabilidad mantenernos en alerta y en el presente, porque somos la combinación perfecta de momentos de crecimiento a través del dolor y momentos de descubrimiento a través de la felicidad.

¡Con Dios!

Tags relacionados