Crónica Ligera

Casi medio siglo...

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Ana Mercy OtáñezSanto Domingo

Puedo gritar al mundo. ¡Ya son 49! Los recibo con alegría y satisfecha con el resultado de cada etapa vivida. En todas he estampado mi estilo propio. Admito que en distintos momentos complací a muchos y me privé de ser yo.

Hace un tiempo que agoté las energías para tratar con gente que sólo ofrece amistad cuando hay beneficio de por medio, dejé de amar a quienes buscan relaciones momentáneas o falsas, lo mejor de madurar es reconocer que lo insignificante no nos sirve…

No busco tener interacciones forzadas o conversaciones estúpidas que no me aporten. A esta edad solo me interesa estar con quién vibre en mi misma frecuencia, con 49 encima no estoy dispuesta por ninguna razón a perder lo más valioso que tengo, mi tiempo...

A estas alturas de mi vida ya no ando llorando por tonterías, mis lágrimas cumplen su función de limpiarme el alma, bailan conmigo la danza de la alegría, el deleite de lo simple y del agradecimiento…

¡Soy llorona! Ha sido desde el fango, desde donde me he tenido que levantar para llegar donde estoy, ha sido un largo y satisfactorio proceso de crecimiento, que me ha permitido aprender a ver mis errores bajo el concepto de aprendizajes convertidos en lecciones de vida… Mi pasado no me define, fue el proceso del que he tenido grandes y buenas enseñanzas, soporte de mi presente y del futuro.

2022 un año de lecciones…

Estos 49 años han hecho de este 2022 un tiempo de muchas e importantes reflexiones. Una inesperada, difícil y fuerte crisis de salud, mucho dolor, sustos, cambios, llantos y otras incertidumbres me invadieron, Pero en modo alguno se detuvo el objetivo del diseño de la vida que quiero. Sigo entendiendo que todo cuanto nos ocurre tiene un propósito positivo que, a veces, se nos dificulta entender. Entre lo aprendido, ya no me preocupa si me aceptan, si me hablan o me ignoran, sigo viva, alegre, “loca” y feliz...

Memorias

Casi medio siglo y aún recuerdo mis días en la cancha jugando Volleyball, mis travesuras y ocurrencias, ¡eso fue ayer! Aunque haya pasado el tiempo, me quedo con lo vivido, con las experiencias que me convirtieron en la mujer que soy y que hoy busco compartir con otros, sin que esto implique dirigir ni organizar la vida de nadie.

¡Ya críe! Ser una señora mayor es centrarnos en nosotras mismas, en lo que queremos hacer y vivir, dejando un legado con la esperanza que en algún momento florezca. El proceso de cambio que experimentamos a esta edad, es sumamente interesante, sin ataduras emocionales ni materiales. ¡Solo nos urge vivir!

¡Con Dios!

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