CRÓNICA LIGERA
¡No estamos hechas para aguantar!
No sé quién lo dijo, tampoco creo que la frase haya sido inspiración de una mujer y en tal caso, jamás saldría de una madre. ¡Es mentira! Que “Las mujeres estamos hechas para aguantar”, aunque así nos crían. No es verdad, aunque la Biblia habla de ser sumisas, eso no significa que estemos en el mundo para recibir todo tipo de maltratos y atropellos.
Eso es justamente el origen de la violencia que cada día se multiplica. Todo nace en la formación que recibimos, en ejemplo de estereotipos, en la violencia verbal, psicológico y físico que se vive en los hogares, escuelas, lugares de trabajo... es que nos inculcaron diferencias erróneas entre hombres y mujeres, obligándonos a obedecer mandatos de nuestros tutores y luego de nuestra pareja. Entiendo que una cuota importante de la violencia surgió en los patrones equivocados de las crianza que recibimos en nuestros hogares, donde muchas veces primaba la fuerza de un abuelo o un padre abusador, que dictatorialmente se imponía lo que ellos entendían debíamos ser, cuando, en realidad, cada quien sabe en su más íntima convicción quién es o quién aspira a ser.
Aprendemos...
Los seres humanos aprendemos más con lo que vemos que con lo que nos dicen. Hay un porcentaje de nosotras que hace hasta lo imposible por vivir una vida muy distinta a la que le tocó de niña o adolescente.
Entonces, cuando asumen el control de sus vidas se prometen y hacen todo lo posible por vivir de acuerdo a sus convicciones.
De ahí nacen las expresiones de que muchas no creemos en el matrimonio, otras lo idealizamos; hay quienes nunca se casarían con un hombre como su padre o justamente ese es el tipo de hombre que buscan, pero, lastimosamente, ahí está el origen de nuestras creencias e ideas limitantes, esas que nos conducen a ser mujeres humilladas y vejadas por nuestro entorno, entonces sufrimos todo tipo de violencia: de género, laboral, física, emocional, intrafamiliar, sexual, política. Nos han marcado tanto, que a muchas se les hace muy difícil salir de ese círculo de injusticia que nos señala sin antes conocer nuestra historia. ¿Cómo educa una mujer abusada?
Pareja
Elegir con quién compartir nuestra vida es un sueño... hasta que llega el amor y nos ciega. Las mujeres idealizamos a nuestra pareja, buscamos quien cumpla con nuestros requisitos, sin entender que ya tenemos un patrón preestablecido aprendido con nuestros padres.
Son muchos los factores que inciden en una buena elección, de no conocerlos elegiremos personas con las mismas características de los abusadores conocidos... tan buenos como mansas ovejas y luego se convierten en nuestros verdugos.
¡Con Dios!